Honestidad pura y dura. Eso es lo que hay en el mensaje de un candidato a la presidencia de Ingeniería Comercial de la Universidad del Desarrollo que está circulando masivamente en redes sociales. La segmentación social a la que ya parece que nos acostumbramos, como sociedad, no solo se reafirma en barrios, escuelas, consultorios, hospitales, sino que está presente en las universidades privadas que apuntan a los sectores más pudientes, que están muy lejos de las, también privadas, que apuntan al segmento “diferente”.
Como muestra el audio de marras, la invitación que se hace a los alumnos de esa casa de estudios, no es otra que a juntarse y aprovechar que son iguales, que pertenecen al grupo económico y social más privilegiado del país, ABC1 dice el candidato.
Pese a que la federación de estudiantes de la universidad ya manifestó sus disculpas, las que por supuesto se agradecen, quiero apuntar a la reflexión que se puede rescatar tras este episodio.
Los que gozan de privilegios en la sociedad debieran tomar conciencia de su situación: el hecho de comandar sus vidas con libertad, no es una casualidad, en nuestro país está relacionado íntimamente con la cuna donde nacieron.
Ellos y nosotros, todos los que estamos en una situación de privilegio, debiéramos pensar en un país que de cabida a todos, donde los pisos de dignidad, oportunidades y al menos, una igualdad de trato, tenga cabida.
Desde el punto de vista de la convivencia, el episodio en comento no hace sino demostrar el quiebre social en una sociedad que lo vive hace décadas y que constituye una bomba de tiempo.Este quiebre se agudiza al mismo tiempo que crecen los guettos o grandes conjuntos de barrios segregados, en que no hay insumos en los hospitales públicos, cada día que el transporte funciona peor.
Esto genera resentimiento social, desvinculación, y frustración entre los que saben que no pertenecen y entre los que quisieran pertenecer pero nunca podrán. Nuestro estudio cualitativo, “Voces de la Pobreza”, develó en 2010, que pese a que la pobreza se vive con gran malestar, la esperanza, cuando la hay, está puesta en la educación de las nuevas generaciones. Por otro lado, según datos de la Fundación Sol, el 80% de los trabajadores gana menos de $500.000 al mes.¿Qué pasa en una sociedad cuando pese a un gran esfuerzo no se puede salir de la vulnerabilidad?
El joven termina su mensaje “de campaña” invitando a: “aprovechar el ambiente, somos gente que piensa muy parecido, por así decirlo, casi todos ABC1 y eso no se aprovecha”.
Con mucha vergüenza debo comentar que cuando estudié Derecho en la Universidad Católica de Chile hace más de 25 años atrás en plena dictadura, parte de unos de los gritos de los estudiantes de mi escuela era: “…evidentemente derecho, somos todos niñitos bien, aquí los rotos, na que ver”. Así estamos.