03 nov 2014

De Frei Montalva a Michelle Bachelet, nueva Revolución en Libertad

La historia de los países no se inventa de la noche a la mañana. Es fruto de procesos que generan profundas corrientes que se incorporan al subconsciente colectivo.No cabe duda, que esto ocurrió con el proceso que en 1964 se iniciara con la Presidencia de Eduardo Frei Montalva.

Éste ha sido el gobierno que ha realizado transformaciones más profundas y exitosas en la historia política de Chile del Siglo XX.

Baste con señalar, algunos ejes centrales que constituyeron las reformas impulsadas y llevadas a cabo en ese período: la Reforma Agraria y la Sindicalización Campesina, que repartió la tierra y le dio dignidad al campesinado chileno; la Promoción Popular, que organizó las juntas de vecinos en las poblaciones marginales de las ciudades, y permitió la participación de los pobladores en su destino; la Reforma Educacional, que extendió  de seis a ocho años la educación básica en forma gratuita, que construyó miles de escuelas en todo Chile, y que estableció el Centro de Perfeccionamiento del Magisterio, para formar los docentes que se requerían, producto del aumento de las escuelas y de los años de estudio; el establecimiento del Impuesto al Patrimonio; la Chilenizacion del Cobre, antesala de la Nacionalización de nuestra riqueza básica y, la Reforma Constitucional, que posibilitó el voto de los mayores de 18 años y de los analfabetos.

Como hubo una gran oposición a la Reforma Constitucional en el Parlamento, se aprobó en forma inmediata solo la modificación del Artículo 10, N°10, para posibilitar la implementación de la Ley de Reforma Agraria, postergándose la vigencia del resto de la reforma para el próximo período presidencial.

Sería largo enumerar la maciza obra de transformación impulsada por el Gobierno del Presidente Frei Montalva. El gran error histórico al término de este gobierno, fue que las fuerzas políticas partidarias de los cambios, no entendieron cabalmente la magnitud y profundidad de las transformaciones que se habían llevado a cabo, y no fueron capaces de ponerse de acuerdo para darle continuidad histórica a este proceso. Es lo que Radomiro Tomic planteaba con la tesis de  “La Unidad Social y Política del Pueblo”

El Gobierno de Allende. En el gobierno del Presidente Salvador Allende se produjo una polarización del país, entre otras razones,  nuevamente, por la incapacidad de las fuerzas políticas y sociales que respaldaban los cambios, de llegar a acuerdos. Esto se agravó, producto del contexto  de la ” Guerra Fría,” y “el miedo” que se apoderó en vastos sectores de la población por  la posibilidad de que en Chile se estableciera un régimen marxista. Tomic propuso elegir en la elección de regidores del año 1971, a todos los alcaldes de Chile de manera conjunta entre la Democracia Cristiana y la Unidad Popular.Esto no fue posible, porque la Unidad Popular se opuso.

La Dictadura  militar de Pinochet. Todo esto culminó con la destrucción de la democracia, el golpe de Estado y la dictadura militar. En ella, se inicia la contra revolución, para retrotraer a sangre y fuego al país, al estado anterior  a la Revolución en Libertad. No otra cosa fue el experimento de los Chicago. A ello se agregó, la sistemática violación de los derechos humanos expresada en desaparecidos, muertos, torturados, exiliados, y asesinados entre los cuales se planificó y se ordenó el asesinato de Eduardo Frei Montalva. Su asesinato no fue sólo porque era un peligro por su oposición a la dictadura militar, sino para  impedir que volviera al poder, a continuar y profundizar la gigantesca obra que se había realizado en su Gobierno.

La Concertacion de Partidos por la Democracia. Se inició la larga lucha para recuperar la democracia en nuestro país. Esta se recuperó producto de una adecuada combinación de un  proceso de movilización social y de acuerdos, que dio origen, a la coalición política más exitosa de la historia política chilena, en la cual confluyeron  la Democracia Cristiana , el Partido Socialista, el Partido Radical , el Partido por la Democracia, y otras fuerzas políticas. La Concertación tuvo cuatro gobiernos exitosos. Nada de lo que se está planteando hacer hoy, sería posible, sin lo que se hizo por los anteriores gobiernos de la Concertación.

Plantear una dicotomía entre la Concertación y la Nueva Mayoría es un falso dilema. Chile es en la actualidad otro Chile que el de 1990. Es indispensable leer adecuadamente los signos de los tiempos. Las movilizaciones de los estudiantes a partir del año 2011 son expresión de aquello.  

La Nueva Mayoría. La coalición política de la Nueva Mayoría, es hoy después de 50 años,  la expresión política y social de la Revolución en Libertad inconclusa, que iniciara el Presidente Eduardo Frei Montalva. Naturalmente, el contexto histórico de Chile y del mundo en la actualidad es radicalmente distinto.

Sin embargo hay algo que  “trepida en lo profundo “, como hubiera dicho el Presidente Frei Montalva. Es la necesidad y el anhelo de grandes mayorías sociales, nuevamente, como en aquel entonces, de profundas transformaciones sociales, para avanzar en la disminución de las viejas y nuevas desigualdades. Las tres reformas estructurales que ha planteado el Gobierno: la Reforma Tributaria, la Reforma Educacional, y la Reforma Constitucional,  son las mismas que con otros propósitos, se plantearan por la  inconclusa Revolución en Libertad, que dirigiera el Presidente Eduardo Frei Montalva.

Esta Coalición de Partidos Políticos y Fuerzas Sociales no es sólo “un Acuerdo Político- Programático”. Todas las coaliciones políticas tienen como sustento de su acción un acuerdo político programático. Establecer una dicotomía entre aquello y una coalición política, es una disquisición académica tendiente a restarle fortaleza a la Nueva Mayoría.

Al menos tres requisitos son esenciales para que la Coalición Política tenga éxito.

1. La unidad interna de los partidos y fuerzas sociales que  la sustentan. La magnitud de los cambios que el país reclama, y que la ciudadanía espera, requieren de una férrea unidad, en torno a un Programa de Gobierno que ha sido aprobado por una abrumadora mayoría.

Se sostiene que “el Programa no es una Biblia.”Sin duda que no lo es, en el sentido de que no es una “camisa de fuerza”. Pero esto no significa, que sus orientaciones y propuestas no sean un camino a seguir. A veces pareciera, que quienes no valoran el Programa, no quisieran que este existiera, para convertir el Gobierno meramente en una disputa permanente de grupos de poder con visiones diferentes. Son aquellos que no creen en los programas que plantean transformaciones estructurales. Son los mismos, a quienes hace 50 años, Eduardo Frei Montalva les dijera “ni por un millón de votos cambiaría una coma de mi Programa.”

2. La confianza como sustento necesario en la interrelación entre los distintos partidos políticos que integran la coalición. Esto debe expresarse en conductas y comportamientos adecuados entre ellos. Es muy difícil definir la confianza. Se puede perder muy fácilmente, y resulta complejo restaurarla. Lo que sí se puede decir de la confianza, es que ésta es una apuesta que se hace para el futuro.

La confianza estimula la cooperación, y por tanto impulsa las transformaciones. La desconfianza estimula la competencia  y obstaculiza  el cambio, más bien petrifica e impide avanzar.  Sin una confianza básica entre los partidos que forman la Coalición de Gobierno, es muy difícil concretar el Programa. Si la confianza no se expresa en conductas y comportamientos concordantes con ella, la ciudadanía dará la espalda a esta coalición de gobierno, y se frustrará  nuevamente el proceso de cambios que el país requiere.

3. El tiempo como variable esencial en los procesos de cambios. En los procesos sociales y políticos, el tiempo no puede ser entendido sólo como un plazo. Es también una conciencia sobre el devenir de los acontecimientos. No es lo mismo el tiempo para un hombre del campo, que para uno de la ciudad; para un joven que para un adulto mayor; para un hombre que está en la pobreza, que para el que ha salido de ella.

Los procesos  de cambio en democracia requieren un tiempo para concretarse. Si se sostiene por tanto, que la Coalición de la Nueva Mayoría tiene un plazo fijo, se está circunscribiendo el tiempo a un mero plazo, y por tanto, se  está destruyendo ahora a la Coalición de la Nueva Mayoría y frustrando el proceso de cambios.

Se ha planteado el tema de las “hegemonías” al interior de la Nueva Mayoría. Habría que precisar a qué se refiere. Si es hegemonía de valores, evidentemente ello no puede ocurrir, puesto que nadie tiene derecho a imponer a otros en una coalición democrática, sus “éticas del máximo,” laicas, agnósticas o cristianas.

Si se refiere a un Programa de Gobierno, no podrían existir hegemonías puesto que todos los partidos participaron en su elaboración.  Se trataría, entonces, de hegemonías o  de influencias de poder al interior de la Coalición y del Gobierno. Esto sería  lamentable, puesto que implica entender la política como un juego de quien obtiene qué, cómo, y cuándo.Es esto precisamente lo que desprestigia a la política, y aleja a los ciudadanos de los Partidos. Es también, lo que   ha contribuido  a la crisis del Partido Demócrata Cristiano.

La Democracia Cristiana en la Nueva Mayoría. Algunos sostienen que en este  nuevo conglomerado político, la Democracia Cristiana ha perdido identidad, y no tiene la misma presencia que tenía en la Concertación. Pretenden responsabilizar de esto a los Partidos de la Nueva Mayoría. Esto es falso y simplista. La Democracia Cristiana empezó a disminuir electoralmente siendo parte de la Concertación. En efecto, el año 1990 era el 32% del país. Al término del último Gobierno de la Concertación los demócratas cristianos eran alrededor del 15%.

¿Por qué se produjo esta disminución? Uno de los factores más importantes, es que el país los percibió, en luchas de poder internas, intestinas, y carente de propuestas propias de cambio, que expresara fuerzas sociales significativas.

La Democracia Cristiana fue un  partido grande e influyente, cuando fue capaz de expresar a actores sociales diversos de la sociedad chilena: los trabajadores, los campesinos, la juventud, los sectores medios y también los sectores empresariales progresistas. Hoy nada de eso ocurre. No tiene federaciones estudiantiles, ni sindicatos importantes, ni expresa prácticamente a ningún actor social relevante.

¿Es esto responsabilidad de los Partidos de la Nueva Mayoría, o se da por el  hecho de pertenecer a la Nueva Mayoría?  Los únicos responsables de la crisis de la Democracia Cristiana son los democratacristianos, y quienes han conducido a este partido, en los últimos 25 años. Si se pretende superar esta crisis, no se debe buscar la responsabilidad en los otros, sino asumir con humildad y coraje la  responsabilidad propia.

Algunos han planteado que lo importante sería elegir rápidamente un candidato presidencial.Piensan que es un problema meramente burocrático. Como si los liderazgos se inventaran de manera súbita. Son los mismos que sistemáticamente hicieron lo necesario para impedir los liderazgos de Gabriel Valdés, Andrés Zaldívar, Alejandro Foxley, entre otros.

Si se siguiera este camino, se adelantaría  la  carrera presidencial, colocando obstáculos significativos a la tarea del Gobierno de la Nueva Mayoría. Si se quiere continuar la inconclusa Revolución en Libertad del Presidente Eduardo Frei Montalva, la Democracia Cristiana debería ser la vanguardia del proceso de cambio que el país requiere y que lleva adelante el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet Jeria.

Hay que precisar que la Democracia Cristiana no es el partido de “el medio”. Nunca fue ni  será, ni debiera ser, “el partido de los  ambiguos”. De los que dicen “sí, pero”. No  es el partido solamente de las “clases medias”. Los que plantean aquello, desconocen la complejidad de la sociedad.

En la actualidad, ésta  es mucho más diversa y plural. Las clases sociales que antaño aglutinaban y servían de anclaje a las identidades sociales, y a los partidos políticos, hoy ya no lo son, puesto que las clases, se dividen en múltiples grupos con intereses diversos: las mujeres, los jóvenes, las minorías étnicas, los empresarios de diverso tipo, los emprendedores, la diversidad sexual, los ciudadanos, etc. Esto explica, en parte, la crisis de representación de la totalidad de los Partidos Políticos.

Por tanto, una próxima Directiva Nacional del PDC, a partir de abril de 2015, y su VI Congreso Ideológico, en pleno desarrollo, tienen y tendrán tareas decisivas, definitorias, impostergables e ineludibles.

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  • Ricardo Hormazábal Sánchez

    Un buen análisis para comprender las tareas reales de servicio a Chile y colocar en su lugar las maniobras que buscan poder personal o grupal de corto aliento.