Mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas
Víctor Jara – “Manifiesto”
España vive las primeras horas de la campaña electoral para las elecciones municipales y regionales del próximo 22 de mayo. Ayer, 5 de mayo, dos hechos sacudieron la actualidad política nacional. Por una parte, una macroencuesta del estatal Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pronosticó una hecatombe del Partido Socialista, al augurar la pérdida de sus principales plazas de poder (Barcelona, Sevilla, Castilla La Mancha, Asturias o incluso Extremadura) en detrimento del derechista Partido Popular, que, además, reforzaría su implacable hegemonía en lugares como Madrid o el País Valenciano (a pesar de una corrupción que ha alcanzado cotas inverosímiles y del derrumbamiento dramático de su apuesta por la construcción especulativa).
La otra noticia de este sondeo es el crecimiento uniforme de Izquierda Unida, que ha estado al lado de las centrales sindicales en la defensa de los derechos sociales y que probablemente recuperará un notable protagonismo.
El PP apenas contiene ya su euforia ante lo que intuye como una victoria histórica que anticipará el fin de una legislatura marcada por el viraje del presidente Rodríguez Zapatero hacia el neoliberalismo, con unas medidas de “ajuste” ante la crisis que sólo han castigado –y duramente- a las clases populares. Mientras, dentro del PSOE esperan “salvar los muebles” –una vez más- durante la campaña electoral, un desafío difícil ante la desmovilización de su electorado y de su base social y ante el escenario interno que se abrirá el 23 de mayo: la batalla de las primarias para ganar la candidatura socialista a la presidencia del Gobierno en marzo de 2012, pugna que enfrentará previsiblemente a los ministros Alfredo Pérez Rubalcaba (vicepresidente primero y titular de Interior) y Carme Chacón (Defensa).
La otra noticia que mantuvo ayer en vilo a la clase política fue la resolución del Tribunal Constitucional sobre la ilegalización de las candidaturas de la coalición independentista vasca Bildu (integrada por una formación histórica, Eusko Alkartasuna, un pequeño partido escindido de la federación vasca de Izquierda Unida, Alternatiba, y, sobre todo, por la izquierda independentista heredera de Batasuna). En los últimos tiempos, la izquierda abertzale se ha distanciado de la banda terrorista ETA y ha proclamado su apuesta irreversible por la lucha política con medios pacíficos y democráticos.
Un paso largamente esperado que, sin embargo, no había impedido que la derecha y el Gobierno promovieran su ilegalización y la anulación de sus candidaturas, decretadas por el Tribunal Supremo el 2 de mayo y revocadas anoche, con la campaña electoral ya en marcha, por el Tribunal Constitucional.
Se trata de una gran noticia, puesto que la exclusión de una fuerza política es un hecho gravísimo en democracia, en un país además donde las organizaciones fascistas herederas del franquismo son legales y concurren a las elecciones (y denuncian al juez Garzón por su intento de juzgar los crímenes de la dictadura).
La participación de Bildu, que probablemente obtendrá un gran resultado electoral en el País Vasco y Navarra, puede significar un paso histórico hacia el fin de ETA.
En el marco de una gravísima crisis económica, que ha originado que haya cinco millones de trabajadores cesantes, en España se dibuja un horizonte político marcado por la esperanza del final de la violencia terrorista en el País Vasco y por la amenaza de una victoria aplastante de la derecha, que cada día se ve más cerca de La Moncloa.