12 sep 2014

No hay “antes” ni “después” en el terrorismo

O algo acerca de lo “in humano”.

Respecto al terrorismo, creo que no existe un “antes y un después”, ni menos definiciones retóricas que pretenden abarcar el fenómeno de la violencia dirigida intencionalmente a hacer sufrir y/o causar la muerte de otras personas inocentes destruyendo el bien personal y el bien común.

Lo que hoy nos sucede, corresponde a la evolución natural –que a veces puede ser catastrófica-, de nuestra larga historia de desprecio del otro y, su valor y dignidad absolutas cómo ser humano, especialmente si son más débiles y distintos.

En la medida que desaparecen las grandes revoluciones y su poder radicalmente transformador (y muchas veces destructor), cobran vigencia desoladora las “guerrillas irregulares” asimétricas, urbanas y rurales, y renacen con nueva fuerza los métodos terroristas de lucha, contra lo que algunos consideran estructuras y formas de poder hegemónicos e injustos.

De esta manera se juntan “dementes” y lúcidos, anarquistas y “anti sistemas”, integrados y marginados, neo-revolucionarios y posrevolucionarios radicalizados, que bajo la consigna de ideas y creencias sobrevaloradas y visiones idealizadas sobre la capacidad de la destrucción para lograr un renacimiento y una reconstrucción mejorada o purificada (a veces religiosas), no dudan en practicar la violencia “fría y depredadora” que realizan placenteramente los animales, pero ellos, sólo para alimentarse y casi nunca con los de su especie.

Poderes y contra poderes, contra poderes y poderes, terminan muchas veces por enlazarse en luchas de hermanos donde al desaparecer la compasión, la bondad y el altruismo, terminan configurándose cómo un tejido inseparable, donde la mayoría de las veces, se hace muy confusos los límites entre lo “bueno” y lo “malo”.

Nunca, el asesinato, la tortura, el daño y el sufrimiento del otro, podrán tener la categoría de lo bueno ética y moralmente, salvo que el valor absoluto, presente y futuro de la vida y la persona, sean barridos por el magma difuso e informe de lo relativo.

El bombazo de Las Condes, sí es equivalente a lo que sucede diariamente en las poblaciones, con su triste record de muertes de niños, adolescentes y personas que también “son inocentes”, por las balas “locas”, los “ajustes” por drogas, y la acción de sicarios y verdugos.

También estas acciones generan temor e inseguridad en la vida cotidiana, que a veces al Estado, parecen importarle muy poco. Es violencia terrorista, cómo la que termina con la vida de ancianos, agricultores y sus bienes materiales, de chilenos mapuches y de policías en el sur y las ciudades.

También los grandes robos, junto a la conducta anti ética y corrupta en el mundo económico, generan inmensas inseguridades y temor en la población, debido a la acción de estos ¿“terroristas económicos”?

Sólo el hombre tiene el dudoso “privilegio” de “comerse” y matar a su especie, real y simbólicamente, mientras habita en el territorio de una frontera oscura y luminosa, transparente y opaca, donde lo que nos hace misteriosa y maravillosamente humanos, también nos desgarra con lo que nos hace dolorosamente,¡¿inhumanos?!

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  • Gloria Bensan

    Qué fuerte!!! no por eso, menos realista… doctor ¿que podemos hacer?
    ¿es contagioso? ¿heredable? Muchas veces siento que no tengo argumentos para hacer un “stop”, no sin violencia…. pero no quisiera rendirme en mi tarea de un frustrado intento de humanizar mi rededor…, aunque sea chiquitito….