De acuerdo al “Primer informe mundial sobre la Discapacidad”, publicado por la OMS en 2011, 210 millones de personas tienen alguna discapacidad intelectual. En Chile, las cifras asociadas a discapacidad, son del año 2004, razón por la que la realización de la Segunda Encuesta Nacional en Discapacidad (ENDISC), durante el segundo semestre de 2014, es de gran importancia para la revisión, replanteamiento y realización de políticas públicas que permitan mejorar la calidad de vida, participación e inclusión de personas con discapacidad en la sociedad.
Sin lugar a dudas, el ingreso al mundo del trabajo, es un hito en la vida de todas las personas.Lamentablemente, de acuerdo a cifras de la ENDISC 2004, únicamente alrededor de un 12,7% de la población con discapacidad intelectual realiza un trabajo remunerado. Este hecho debiera llevarnos como sociedad no sólo a abrir la mirada, sino que también, a abrir espacios de participación laboral, que permitan la inclusión en el mundo del trabajo a este grupo de personas.
Es cierto que ya hay empresas que han dado pasos significativos. Sin embargo, y de acuerdo a las cifras oficiales, tenemos un gran camino por delante.
Quisiera invitarlos a reflexionar sobre el por qué debemos generar instancias para incluir a personas con capacidades diferentes o es que en las sociedades que hemos construido, ¿no somos capaces de considerar a todas las personas como entes sociales dignos de participar libremente y hacer el valioso aporte del que cada uno es portador?
¿Qué estamos aspirando como sociedad en el siglo XXI?, ¿cómo hemos transitado hasta llegar a lo que somos, donde no hay espacios para recibir el aporte de todos?, ¿por qué los niños que nacen con capacidades diferentes no pueden ir al colegio de sus hermanos?, ¿por qué esas madres deben dejar sus trabajos para cuidar de sus niños con otras capacidades?
¿Por qué las oportunidades de trabajo no son iguales para todos, cuando las capacidades para su realización sí se pueden lograr?
¿Por qué definimos con anterioridad qué puede llenar los espacios y qué no los puede llenar?, ¿es que tal vez con estas exclusiones con que vivimos estamos preservando el modelo?
Incluir no es una tarea fácil, tampoco tarea de unos pocos. Es tarea de todos comprender que las personas somos parte de una sociedad colaboradora y subsidiaria con los que más lo necesitan, y como tales merecen su espacio y oportunidades para hacer de su vida lo mejor posible.
Soy una convencida que cada existencia viene a hacer su aporte único. Lo que queda sin entregar también queda sin ser recibido, luego todos pierden y la sociedad transita hacia un conjunto de personas que no se integran y van perdiendo la capacidad de aceptar la realidad tal como ocurre, imperfecta y asimétrica.
Para terminar, quisiera rescatar un comentario que me hizo una niña con discapacidad intelectual en nuestros talleres protegidos de chocolatería.
Le pregunté ¿cómo te llamas? y ¿cuántos años tienes? Luego de un largo rato respondió, “no lo sé, tampoco mi edad, pero si le dijera que soy María y tengo lo que parezco ¿usted me creería, no es cierto?”, ante lo que yo respondí, sí por supuesto.
Entonces ella dijo, “entonces Sra. Magdalena, ahora me llamo María y tengo como 28 años”… (hubo un silencio) y agregó, “pero sí sé algo de lo que estoy segura, que lo único que sé de verdad, es que estoy aquí, ahora, haciendo alfajores, mañana no sé donde estaré y ayer ya lo olvidé”, ante lo cual me quedé impactada reflexionando de la gran verdad que ella es portadora y tomé conciencia de lo afortunada que soy de recibir su comentario.