El conflicto entre Israel y el movimiento Hamas ha cumplido tres semanas.Hasta el momento no se vislumbra ningún alto al fuego, pero es posible sacar ya algunas conclusiones preliminares de este enfrentamiento, que tiene que ver con una polarización todavía mayor en las sociedades palestina e israelí, una crisis humanitaria en Gaza y un aumento del antisemitismo.
Primero, ha potenciado políticamente a Hamas, movimiento islamista que busca la destrucción del Estado de Israel.En la actualidad, el apoyo al mismo no se limita a Gaza, sino que manifestaciones a su favor se registran en el resto de Palestina, incluyendo Jerusalén Oriental, algo poco frecuente antes del comienzo de las operaciones militares.
La ofensiva israelí está logrando unir a los movimientos islamistas sunnitas y chiitas, hasta el punto de que hoy se vislumbra un aumento de la cooperación entre Hamas y Hezbollah, movimiento chiita con base en Líbano. Mientras en Irak y en Siria, el movimiento jihadista sunnita, que ya ha formado un Califato en Mosul, se enfrenta con los chiitas iraquíes y con Irán, en Israel y Palestina se vislumbra una mayor cooperación entre estas dos ramas rivales del islamismo radical.
Por otro lado, ha beneficiado a la derecha y la extrema derecha israelí, al tiempo que el campo de la paz se reduce notablemente. La primera, encarnada en el Likud, es partidaria histórica de aumentar la seguridad israelí y la construcción de asentamientos judíos, en lugar de promover un proceso político y pacífico con los palestinos. La segunda, representada por Israel Beitenu, es defensora de medidas todavía más radicales, como la de transferir a Cisjordania a la población árabe-israelí.
Segundo, ha provocado una crisis humanitaria en Gaza, con muertos, heridos y desplazados. El número de muertos palestinos se eleva a 1350 (hasta el 31 de julio), superando la cifra de 1.300 que se registró con la Operación Plomo Fundido de diciembre de 2008 y enero de 2009; son más de 7.000 los heridos, la mayoría de ellos, tanto heridos como muertos, son civiles y muchos niños y los desplazados se cuentan en más de 200.000. Dos escuelas de la ONU, que servían de refugio para personas que huían de los ataques, han sido blanco de las operaciones, haciendo más intensa esta crisis humanitaria.
Tercero, ha estimulado una creciente ola de antisemitismo en todo el mundo, incluyendo América Latina y Chile, donde no se hacen distinciones entre judíos e israelíes, se usa la expresión “sionista” como una forma de expresar el odio hacia los judíos.
Se desconoce que el sionismo es una forma legítima de expresión del pueblo judío, según fuera reconocido por la Asamblea General de la ONU en la resolución 4686 de diciembre de 1991, al tiempo que existen expresiones sionistas diferentes (religiosa, política, socialista), algunas de ellas enfrentadas entre sí.
Se mezclan las críticas al gobierno de Israel con la negación del Estado de Israel, lo que provoca quemas de banderas, insultos y provocaciones tanto a organizaciones como a personas, incorporando estereotipos pasados y presentes sobre los judíos.
La solución al largo y complejo conflicto israelí-palestino es política y no militar.Palestinos e israelíes, judíos y musulmanes, deben coexistir pacífica y políticamente. Es de esperar que el campo de la paz y por la paz se imponga finalmente en ambos lados y sociedades, dando solución a la existencia de dos Estados, al término de los asentamientos judíos en Palestina, a la desmilitarización de los movimientos islamistas.
No existe otra solución a mediano y largo plazo, salvo que se produzca la desaparición y por lo tanto un genocidio en uno de estos pueblos.