Hoy la sociedad chilena exige del Estado más garantías de participación. Transversalmente rechaza el lucro en educación; exige mayor transparencia; condena la colusión y rechaza la “letra chica” y otros vicios similares.
Este contexto, que no es el mismo de hace diez años, es lo que parece minar el proyecto de concesión del Hospital Salvador. Este establecimiento, que data de hace 143 años, ha sido parte fundamental de la salud pública de este país, y formado centenares de médicos.
Yo soy parte de esta comunidad y puedo decir, con responsabilidad, que no tuvimos todas las instancias de participación e información necesarias sobre el proyecto actual.
Existiendo un equipo de profesionales a cargo de la implementación, no incluyeron a la comunidad en la génesis del mismo. Y eso, antes pecado por omisión, en la actualidad es uno capital. Ya no se puede intervenir el ambiente, lugar de trabajo, la escuela, la plaza de una comunidad, en contra de las personas que lo habitan ó utilizan.
La totalidad de los gremios, reunidos en su “multi gremial” y el 67% de los médicos rechazan que nuestro hospital se construya por concesión a un privado. Entendemos que se pueda licitar a una constructora la edificación, pero de allí a entregar a un privado el funcionamiento de dieciséis servicios, hay un largo trecho.
Este proyecto obviamente le saldrá más caro al fisco, y no creemos justo pagar con plata de todos nosotros, los contribuyentes, un hospital público para ser administrado en parte por una empresa que ha invertido para recuperar y obviamente incrementar su patrimonio.
Independiente que se nos diga que la asistencia clínica seguirá a cargo de nosotros, existen varios tipos de incentivos o premios al concesionario que se relacionan con la gestión asistencial.Creemos que no hay en el mundo experiencias con hospitales complejos como el Salvador, que nos aseguren que funcionará mejor, entregando más calidad.
Peor aún, en Chile hasta ahora, no hay ninguna experiencia que avale este modelo, y más bien seremos el conejillo de indias. De todos los técnicos que hemos leído y escuchado, nadie ha podido extrapolar este modelo, desde carreteras ó cárceles, a salud, de forma que nos convenzan de su beneficio; nadie en este país nos ha presentado el proyecto analizado según estándares internacionales validados.
En 15 años, cuándo el proyecto ya haya devuelto utilidades al concesionario, es muy factible que el interés de éste por invertir en mantención, será menor, y si en algún momento se va “a pérdidas”, será difícil que un Estado como el nuestro resista la presión.Terminarán socializándose las pérdidas.
Este es nuestro Hospital. Basta recorrerlo una mañana para darse cuenta que los que por sus pasillos caminamos, nos conocemos hace años. Pensamos seguir trabajando en el por mucho tiempo. Más de lo que dure este gobierno. Más allá de la coalición política reinante.
Cuándo las cosas se pongan difíciles, ó quizás no, pero llegue la hora de asumirlo por el Estado, iremos a pedir cuenta, y ninguno de los que hoy hace oídos sordos a nuestro clamor, estará para responder. Se defenderán con editoriales y entrevistas, en diarios y radios. Se culparán unos a otros.
La prensa escrita y TV que por estos días hablan de salud, campaña de invierno, camas críticas, ni siquiera mencionan, que uno de los Hospitales más grandes y complejos de Chile, está paralizado.
Pero no se equivoquen, que la salud pública en Chile está en crisis hace rato. Y pasado el Mundial con su “marea roja”, veo como desde lejos se avecina, por fin, “la marea blanca” por una salud pública, para todos.