Si me preguntan cuáles son las primeras impresiones sobre la cultura mexicana les diría que de asombro.
Un país de casi 120 millones de habitantes que cuenta con una diversidad de paisajes, climas y culturas es lógico que trascienda a su territorio y nos impregne de sus múltiples expresiones y colores, no sólo a Chile sino que a Latinoamérica.
Ciudad de México se construye como Santiago en una mega metrópolis que alberga a millones de personas buscando un bienestar mayor que signifique acceso social económico y cultural.
La idea de interactuar a través de las políticas públicas culturales entre ambos países es una gran tarea que demanda un compromiso de cooperación constante. Los agentes diplomáticos que por distintos caminos llegamos a representar este objetivo, tenemos una responsabilidad de gestión sobre las oportunidades de desarrollo integral que demandan los actores sociales económicos y culturales en Santiago y Ciudad de México, representando más allá de las capitales los intereses de muchas otras regiones.
Tal vez la desigualdad económica nos marca como a todos los países latinos y así podemos encontrar mucha de nuestra identidad bolivariana, pero las diferencias culturales también están presentes.
Veo una sociedad más abierta a las libertades de pensamiento y que se hace cargo de ellas, en cambio Chile está abierto a las libertades económicas y el desequilibrio se nota más fuerte desde aquí.
Esperamos transportar los vientos más progresistas que México nos muestra desde la cultura y el mundo social basados en la memoria y el reconocimiento constante de su historia a través del respeto a la multiculturalidad en la educación, entretención e información que se entrega por los diferentes medios de comunicación.
Santiago y Ciudad de México ciudades distantes entre sí muestran más similitudes que diferencias considerando sus debilidades y fortalezas.