Sectores conservadores del parlamento chileno han orquestado una “puesta en escena” para interpelar al ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, por acontecimientos que vienen desarrollándose en el sur, particularmente en la Araucanía a propósito de hechos de violencia en el mal denominado “conflicto mapuche”.
Tangencialmente, con dicha interpelación apuntan también al jefe del gobierno regional, el abogado mapuche Francisco Henchumilla. Veamos primero los hechos.
La Presidenta designó por primera vez como Intendente en la historia de la región mapuche (Araucanía) a un profesional originario de este Pueblo.Esto nunca había ocurrido y la señal fue claramente entendida: una de las más importantes tareas de la nueva autoridad es re-encaminar las relaciones del Estado con nuestras comunidades, en el marco de un proceso que ha sido tenso y complejo en todos estos años.
El Intendente asumió este mandato y a su vez brindó señales claras de que la sociedad chilena, el Estado y sus instituciones (gobierno, poder judicial, parlamento) deben encarar de una vez por todas los compromisos pendientes y comenzar a saldar la deuda histórica con los Pueblos Indígenas.
Pidió perdón a los mapuche por las injusticias cometidas; se pronunció a favor de un Estado pluricultural; visitó de inmediato a comunidades en zonas de alta tensión; visitó a un preso mapuche en la cárcel y, en suma, ha hecho todo aquello que en su momento, el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Nuevo Trato (2004) señaló como tareas y compromisos ineludibles del Estado ante las justas demandas por los Pueblos Indígenas de Chile.
Todo esto ha sido mal percibido por el mundo conservador y sus parlamentarios. La derecha en Chile comenzó a tomar posición y a través de los medios de prensa en donde ejercen una importante influencia, volcaron editoriales, reportajes, crónicas y entrevistas para expresar públicamente su descontento con esta política, digamos, un tanto étnica del Gobierno Regional y fueron construyendo una estrategia que les permitiese elaborar una puesta en escena mayor, para apuntar al corazón del Gobierno. Esto se llama “interpelación al ministro del Interior”.
La reacción del Ministro ha sido ponderada, al reconocer que tales parlamentarios tienen derecho a interpelar y que el Gobierno responderá en su justa medida. Esto es un gesto claramente republicano.
No obstante, la pretensión de quienes buscaron esta interpelación no es la de realizar un debate profundo sobre la realidad de las relaciones entre Pueblos Indígenas y Estado. Su objetivo es poner contra la pared a las autoridades, apuntando a su supuesta parcialidad, por ejemplo, respecto de las victimas de hechos de violencia. Defenderán el derecho de propiedad, a raíz de dudosos atentados locales. Rasgarán vestiduras por el clima de violencia y, sin duda, buscarán “dejar en evidencia” la falta de diligencia o de voluntad del Gobierno para enfrentar un clima de “terrorismo étnico”.
Entonces, hace muy bien el ministro del Interior en reconocer el derecho de que puedan manifestarse en ese tono. Y la interpelación ha de ser una excelente oportunidad para poner las cosas en su lugar. Y vamos al punto.
La política de los Gobiernos en relación con la situación indígena tiene que enmarcarse en el contexto de los acuerdos y recomendaciones del Informe de la Comisión nacional de Verdad y Nuevo Trato.Esto es lo que se intentó en el primer gobierno de la Presidenta y los resultados fundamentales están expresados en el Programa Re-Conocer y en la aprobación del Convenio 169 de la OIT. Y digamos con franqueza meridiana: ninguna de las recomendaciones principales de dicho Informe fueron recogidas por el Gobierno conservador del Presidente Piñera, cuya falta de respuestas contribuyeron a la profundización de las desconfianzas entre Pueblos Indígenas y Estado.
Durante la campaña presidencial del 2013, la Presidenta inició sus diálogos sociales reconociendo errores y marcó de entrada que bajo su Gobierno las políticas indígenas tendrían un sello diferente y progresista. Y está cumpliendo con aquello.
¿Por qué entonces la interpelación al Ministro Peñailillo? Ciertamente, no está motivada por un repentino arrojo de sensibilidad y compromiso de la derecha chilena con los Pueblos Indígenas.
Tampoco, y seamos claros en esto, porque les conmueva demasiado el llamado “clima de violencia”, que si bien existe y no es extendido y ha cobrado víctimas mapuche y no mapuche, lo que verdaderamente les preocupa –y este es el problema de fondo para ellos- es que la sociedad chilena, el Estado y el Gobierno en particular están abriendo camino hacia la idea de una sociedad pluricultural e intercultural, con pleno reconocimiento de los derechos indígenas. Esto es lo que está comprometido en el programa presidencial.
Les resulta extraño, incómodo y probablemente perjudicial para la concepción cultural dominante que ha reinado en Chile por más de siglo y medio, el que los pueblos indígenas, tradicionalmente olvidados, marginados y excluidos, hoy sean protagonistas sociales y políticos como nunca antes lo fueron en nuestra historia.
Les preocupa que aquellos intereses económicos que siempre campearon en el sur a diestra y siniestra, tengan que someterse ahora a procesos de consulta indígena. Molesta esta perspectiva de que los inquilinos de ayer, la mano de obra barata de ayer, esos nativos sin ciudadanía real, hoy tengan que ser considerados como actores y ciudadanos reales y se haga necesario tener que consensuar con ellos, discutir con ellos, debatir con ellos temas como el desarrollo nacional, la educación, la cultura, los derechos políticos que hasta hace unos años sólo estaban reservados a la sociedad chilena, blanca, católica y comerciante.
Es la irrupción del Chile moreno, indoamericano y mestizo lo que incomoda. Es tener un Intendente Mapuche lo que molesta. Es estar siendo gobernados por un Gobierno progresista que está poniendo reformas estructurales profundas, lo que tiene conmovida a la derecha.
Entonces, hace bien el Ministro Peñailillo en asumir la interpelación, y con toda seguridad sabrá volcar la puesta en escena de la derecha y pondrá al mundo conservador de frente al espejo porque, en realidad, los interpelados deberían ser aquellos que a lo largo de muchas décadas silenciaron la verdad de una Historia en donde se ocultó el trato injusto que el Estado tuvo con los Pueblos Indígenas.