Comencemos por la pesadilla. En el último momento del “partido educacional”, el Ministro Eyzaguirre, hábil gambeteador, dispara -o “percuta” como dicen los siúticos de siempre-, con inusitada violencia hacia el arco de los poderes fácticos e intereses acumulados por años, que horrorizados por la llegada de los “bárbaros” que con su invasión al país, parecen para ellos dejar empequeñecido a Atila, el Huno, sólo quieren que falle. Y ¡falla!
Dos día más tarde, se realiza con orgullo un tatuaje sobre su brazo derecho, mostrando cómo el tiro fallido, se estrella contra el poder legislativo, volviendo a sus actividades privadas.
Nada se pudo hacer para transformar realmente el sistema actual de aprendizaje- educativo. ¡Una pesadilla inconcebible!
¿Y los bárbaros? ¿Son bárbaros los que pretenden avanzar a raja tabla en una poderosa revolución pacífica de cuño ideológico sobre estructuras y formas socio culturales y económicas que parecían inconmovibles y fuertemente arraigadas en la vida cotidiana?
Advierto que las reflexiones siguientes sólo son sobre educación.
El contexto. Nunca se había hablado tanto sobre formas exitosas educacionales europeas nórdicas, del OCDE, de proyectos que han sido exitosos (y de lo contrario), de la educación particular subvencionada religiosa o no religiosa y de la libertad para elegir de los padres (pagando más), de la educación pública, del lucro, de las universidades, de las brechas de oportunidades, de la educación técnica, de la “des municipalización” y de la necesaria calidad de los educadores.
Todo esto bajo las consignas de “la educación no es un negocio, sino un derecho social”.
Nunca habían aparecido tantos grupos y organizaciones políticas y no políticas que reflexionaran sobre este ámbito, junto a propuestas de solución a los problemas y conducción de las reformas.
¡Bien! Esto ya es un éxito.
Pero, Hargreaves, en 1994, advirtió que en momentos de cambios y crisis, no hay que convertir la educación y la escuela en “las papeleras de la sociedad; receptáculos políticos en que se deposita lo no resuelto de la sociedad y los problemas insolubles”.
¿Y por qué insolubles? Porque la convivencia, la cultura y la propia gestión económica en las escuelas, son reflejo de la convivencia, la historia, la cultura, y los modelos económicos de un país.
La comunidad escolar de educación, aprendizaje y desarrollo personal y ciudadano, contemplan en interacción múltiples variables, cómo metodologías formativas y de gestión, sistemas de evaluación, profesores y su calidad de vida profesional y laboral, alumnos (especialmente los de riesgo y los más vulnerables), familias, la comunidad y su relación con ella. Pero todas estas realidades, sólo se vertebran y armonizan en el sentido peculiar y propio del educar y aprender.
Es decir ¿para qué se realiza? ¿Por qué y cómo se realiza? y ¿Para quién y quienes se realizan?
Aquí, sí que puede aparecer una acción “barbárica”.Para Baricco, los “bárbaros” de hoy, sólo “surfean” en la superficie de la realidad a toda velocidad, de forma pragmática y económica (con el pensamiento que sólo calcula y no medita).
El sentido sólo es de superficie, porque para alcanzar el sentido profundo, se requiere tiempo y silencio. Sólo así se puede alcanzar lo que resuena en lo profundo; la esencia o fundamentos del espíritu mismo de la educación y el aprendizaje y de quienes la realizan y de los que están afectos por ella.
Hoy, al parecer, no hay tiempo para la búsqueda del sentido.
Por lo pronto, creo que la educación, es un bien social y también un derecho. El origen y fin del sentido siempre es ético, el bien personal-familiar y el común, finalmente del país.
Los cambios educacionales que se plantean, deben ser capaces de penetrar e incorporar el espíritu de la época histórica actual, su realidad socio cultural y política, ya que su capacidad de humanizar o des humanizar, de valorizar a la persona como sujeto u objeto, “dependerán de captar estos temas fundamentales” (Paulo Freire).
Termino con otra frase de este autor, para el que educar era “una práctica de la libertad”.
“Los sueños son proyectos por los que se lucha…en realidad la transformación del mundo al que aspira un sueño es un acto político, y que los sueños tienen sus contra sueños”.
¡Ánimo! Ministro, dejen de ser “bárbaros”, y no se perderá la reforma ni por un tiro en el palo, ni menos por un penal de pesadilla.