Al día siguiente de conocido el resultado de las últimas elecciones europeas –y que fue un mazazo para muchos en este continente- las fuerzas políticas se pusieron manos a la obra para lograr los consensos necesarios y estar listos para funcionar en el nuevo período de la Eurocámara.La maquinaria europea se encuentra a toda marcha y los desafíos no son pocos.
Con 221 de los 751 escaños, el Partido Popular Europeo (PPE), grupo conservador, mantiene su mayoría en el Parlamento Europeo (PE) no obstante haber perdido 60 puestos en relación a 2009 y no haber conseguido la mayoría absoluta.Su líder, el ex Primer Ministro de Luxemburgo Jean-Claude Juncker, lucha contra la oposición de ciertos Jefes de Estado y Gobierno –dirigidos por David Cameron-para ser nombrado Presidente de la Comisión Europea.
El nombramiento del jefe del ejecutivo de la UE se ha transformado en un “gallito” no solo entre Instituciones (PE-Consejo Europeo) sino también ha generado una tensión entre los mismos Jefes de los 28 Estados miembros.
Para comprender lo que se discute en estos momentos en los pasillos de Cancillerías e instituciones comunitarias debemos explicar que el Tratado de Lisboa (2009) –que modificó los Tratados de la UE y que fue fruto de negociaciones luego del fracaso de la Constitución Europea- quiso hacer frente a una de las críticas que suele hacerse al proceso de integración: su déficit democrático. Se ha insistido desde hace tiempo que la construcción europea ha creado instituciones que cada vez se alejan más de los ciudadanos y en cuyas decisiones poco o nada participa.
De esta manera, se estableció que para elegir al Presidente de la Comisión el Consejo Europeo (reunión de los mandatarios de los 28 Estados) propondrá, por mayoría cualificada, el nombre del jefe del Ejecutivo comunitario para luego ser aprobado por el PE. Pero, de manera innovadora, este tratado señala que el Consejo, al determinar el nombre, “deberá tener en cuenta” los resultados de las elecciones al PE. El espíritu de esta norma se encuentra en el deseo de crear un vínculo directo entre el sentir de la población –ejercido a través de su voto- y la designación de la personalidad que se hará cargo de la dirección de la Comisión. Ésta es la gran novedad en estas elecciones de 2014.
Y he aquí el meollo de la actual negociación. La ambigüedad de la expresión “tomará en cuenta” ha abierto la vía a un debate que se anunciaba complejo y que el resultado de las elecciones no ayudó a despejar.
Por una parte, David Cameron ha tomado como “caballo de batalla” esta designación y se opone al nombramiento de Juncker por considerarlo demasiado “federalista” (en la jerga europea, demasiado partidario de la integración). A su juicio, el Tratado no establece una obligación del Consejo de nombrar al líder del grupo que haya obtenido mayoría simple en la Eurocámara. En estas semanas ha logrado el apoyo de otros mandatarios (entre ellos los de Hungría y Suecia) pero su influencia aun está en veremos.
Por otra parte, en una reciente mini cumbre en París, los líderes de la Social Democracia y Socialistas Europeos (segunda fuerza más votada en Europa), bajo los auspicios de François Hollande y Matteo Renzi, decidieron dar su apoyo a Juncker. Martin Schulz, Presidente del PE y ex candidato a la Comisión por el mismo bloque, llamó a respetar el espíritu del Tratado y a nombrar a su ex-adversario luxemburgués como Presidente. Nada alejado a una costumbre ya arraigada en los alemanes de buscar grandes consensos y formar amplias coaliciones (como la que actualmente gobierna el país germano).
Así las cosas, las dos principales fuerzas políticas europeas –PPE y SDE- se unen en el PE para presionar al Consejo, y por ende a los Jefes de los Estados, contra la opinión de Cameron y compañía.
En el último debate televisado de los candidatos a la Comisión que se efectuó en Bruselas y al que tuve la suerte de asistir, los 5 candidatos (Juncker, Schultz, Verhofstadt, Keller y Tsipras) se manifestaron a favor de respetar la voluntad de los ciudadanos y a no permitir que el Consejo nombre a una persona diferente. Y tienen la fuerza para hacerlo porque es el PE quien debe aprobar el nombramiento del Consejo por lo que un rechazo profundizará una tensión entre instituciones, lo menos que necesita ahora la UE para poner en marcha las medidas que la ciudadanía exige para salir definitivamente de la crisis.
En todo esto Angela Merkel tiene nuevamente un rol que jugar. Incómodo papel pues, por un lado, Jean-Claude Juncker forma parte de las filas de la propia coalición de la Canciller y, por otra, ella debe mantener los equilibrios y los frágiles consensos al interior del Consejo.
Cameron no ha ayudado mucho puesto que su partido, los Tories, decidieron por votación aceptar al interior de su grupo en el PE (Conservadores y Reformistas Europeos) al partido Alternativa por Alemania (AfD), fuerza política euroescéptica alemana, lo que no debe haber gustado para nada a Frau Merkel. Incluso tuvo la osadía de vincular el nombramiento de Juncker a una posible salida de UK de la UE (el conocido “Brexit”), esto en el escenario interno de un referéndum el 18 de septiembre para saber si Escocia sigue siendo parte del Reino Unido.
Por otro lado, los Social Demócratas y Socialistas no estarían entregando su apoyo sin compensación. Los medios europeos comentan que la contrapartida al apoyo a los conservadores europeos sería su deseo que a la cabeza del Consejo Europeo se nombre a la Primer Ministra de Dinamarca, Helle Thorning-Schmidt.
Así, el puesto que actualmente ocupa el belga Herman van Rompuy podría ser ocupado por la carismática líder nórdica.Buena posibilidad por tanto es la que suena para este cargo, pudiendo transformarse en la primera mujer en ejercer este importante sitial (más aun cuando los rumores del nombre de la actual jefa del FMI, Christine Lagarde, como posible Presidenta de la Comisión se han apagado).
Cuento aparte es lo que se vive al interior de los partidos euroescépticos y eurófobos para formar sus propios grupos parlamentarios en la Eurocámara. Marine Le Pen no ha logrado formar el suyo pese a los grandes esfuerzos desplegados. Nigel Farage del IKIP británico ya logró formar el suyo, agitando las aguas en uno de los Parlamentos más grandes del mundo.
Este viernes en Bruselas se celebrará una nueva reunión del Consejo Europeo en cuya agenda estará, por cierto, el tema de la elección del Presidente de la Comisión. Veremos qué fuerza tiene Cameron y qué tan cerca –o lejos- sigue estando de la UE. Lo estipulado en el Tratado de Lisboa respecto de este tema seguramente no consideró estas consecuencias pero la realidad de la política se impone muchas veces a la letra de los acuerdos.
Europa está viva y sus fuerzas políticas también.