Sin desmerecer al género masculino, en nuestro país son las mujeres quienes generalmente llevan las riendas del hogar. Son quienes se preocupan de los hijos, del marido, del orden de la casa y hasta de los menús diarios de alimentación.
El problema del género femenino es que muchas cumplen con un doble rol que involucra ser dueñas de casa y además, desenvolverse en el mundo laboral, poniendo parte de sus esfuerzos en conseguir una buena carrera profesional.
Por esencia la mujer es madre y por ello, en su mayoría, en algún minuto de la jornada laboral piensa en sus hijos. La clave para no atormentarse con esta sensación, es rescatar lo bueno del trabajo, entendiendo que es un medio para entregarles mejor calidad de vida.Mantener un equilibrio entre el hogar y el éxito profesional es la clave para evitar la frustración de las mujeres que trabajan.
A lo largo de la vida nuestras prioridades van cambiando de acuerdo a las situaciones a las que nos enfrentamos. Si consideras que la carrera es prioritaria en un determinado momento, no hay que sentirte mal por ello, todos tenemos derecho a desarrollarnos profesionalmente. Esto no significa que los hijos o la familia no sean importantes.
Hay que tener claro cuáles son las actividades más importantes, aquellas que no se dejan de lado por nada del mundo. Cuando se logra el balance entre las responsabilidades laborales y lo que hace feliz y es importantes en la vida, cuando se distingue qué es lo que vale la pena y lo que hay que dejar de hacer, es el momento de un natural equilibrio.
Poder femenino
Las empresas han ido reconocido las aptitudes femeninas como capacidades que son vitales para el desarrollo de una organización. Las mujeres, en su mayoría, son el núcleo de sus familias preocupándose por el bienestar de sus cercanos.
Esta misma situación es reconocible en los puestos de trabajo.El género femenino tiende a liderar equipos de trabajo siendo más empáticas y generando mejores redes de comunicación. Además, se reconoce en ellas mayor capacidad de guiar a sus colaboradores, mejorando el ambiente laboral lo que conlleva a mayor permanencia y compromiso con las empresas.
A estas habilidades, se le suman las capacidades necesarias para los puestos de trabajo que ocupan, aportando visión analítica, organización y decisiones rápidas.
Por otra parte partir de la premisa que no somos pares es discriminar al género femenino.En la práctica las mujeres tienen menos posibilidades de alcanzar un puesto gerencial o de tener el mismo sueldo que un hombre por el mismo trabajo.
Es vital cambiar la percepción que tenemos de la guerra de géneros y sólo así se creará una visión global de paridad.