En Magallanes amanece y anochece en forma distinta al resto del país.El viento tiene su propia fuerza y velocidad, nuestra gente muy bien conoce cada guiño de la naturaleza.
En cada rincón de Chile ocurre lo mismo, donde las características geográficas y sociales hacen que cada región posea una identidad propia, que sin embargo, frente al perpetuo centralismo, pierde fuerza y presencia a la hora de plantear las demandas locales.
Decimos compartir la idea de un país descentralizado, con regiones fuertes, con decisiones regionales respecto al destino de sus recursos y por cierto, con autoridades legitimadas por la voluntad popular, pero la realidad dice otra cosa.
Somos muchos los que queremos ver verdaderos Gobiernos Locales y Regionales y no simples buzones; con autoridades empoderadas y con estrategias propias que realmente sintonicen con las inquietudes y necesidades de la gente. Pero, la verdad es que se avanza a paso lento y surgen cadenas que nos traban cuando se trata de traspasar el poder desde Santiago a regiones.
Existen, se crean y se imaginan, demasiados nudos críticos que cuesta mucho desatar y demasiadas excusas para avanzar.
No es de extrañar que la Presidenta Michelle Bachelet oficializara la creación de una Comisión Asesora Presidencial para la Descentralización y el Desarrollo Regional, instancia que elaborará un informe con medidas concretas para avanzar en esta temática tan sensible para las regiones y, especialmente para nosotros, que habitamos en zonas extremas como Magallanes y Aysén. La medida responde a una demanda planteada a gritos desde varias regiones e incluso con pancartas y manifestaciones que fueron noticia y parte de la agenda pública.
Esta es una gran oportunidad para avanzar y para debatir, entre otras cosas, el financiamiento, no concursable, de actividades deportivas, sociales y culturales, por ejemplo con los recursos generados por concepto de la concesión de la zona franca o del FONDEMA, en el caso de nuestro querido Magallanes.
¿Por qué no pensar, además, en generar una propuesta alternativa al gran gasto fiscal que le implica a la nación nuestras normas de excepción vigentes, y que según todos los expertos y estudios, no cumplen con los objetivos para los cuales fueron creados?
Poblar nuestro territorio, incrementar la cantidad y calidad de los espacios laborales, promover y dinamizar la economía regional con el surgimiento de otras unidades productivas derivadas del encadenamiento. ¿No será preferible generar una nueva norma que entregue ese incentivo directamente a todos los habitantes de Magallanes?
En fin, estas reflexiones y otras deben plasmarse en el Plan de Desarrollo regional, cuyo origen y sanción no puede ser gubernamental, sino que de la sociedad civil, de la gente.
De tal forma que nos acerquemos, aunque sea tibiamente, a ese Chile descentralizado que soñamos, aquél que responda a las necesidades locales con autonomía y poder de decisión, único camino para fortalecer la democracia y la participación como la política pública más relevante de este periodo gubernamental.
¿Podrá, por ejemplo, un plebiscito o consulta regional ser la forma decisoria, donde desde nuestros jóvenes, desde la más temprana conciencia y edad, hasta nuestros adultos mayores, responsables de este Magallanes que tanto amamos y queremos nos digan cómo será el del Quinto Centenario del descubrimiento de Chile?
Desde cada rincón del país, pedimos un Chile descentralizado.