Definitivamente la casi absoluta mayoría de los medios de información en Chile tienen una obligatoria norma frente a lo que ocurre en el extranjero y, especialmente, si se trata de noticias que van en dirección a la independencia económica, la soberanía o la equidad.
Es consecuente, entonces, que respecto a Siria, Irak, Libia, Afganistán, por dar algunos ejemplos de otro continente, sólo se conozca de algunos hechos que en términos geopolíticos no son de trascendencia, silenciando lo que ocurre verdaderamente en el interior de esos países donde se libra una lucha bastante álgida.
En el caso de Ucrania, se ha ocultado información de manera decidida de tal modo que la gente no conoce que el gobierno actual es producto de un golpe de estado, que las supuestas “protestas” fueron lideradas por Sector Derecho, una organización que profesa el nacional socialismo y cuyos líderes ideológicos son Hitler y Bandera, y que el régimen estadounidense junto a la Unión Europea financian, apoyan y estimulan la represión a las regiones del sureste.
Lo más delicado es que este 2 de mayo fueron arrinconados en un edificio de la ciudad de Odesa más de doscientas personas, por un componente de militantes nazis quienes prendieron fuego a dicha estructura con el resultado de cuarenta y ocho personas muertas, entre ellas treinta quemadas vivas al interior de éste, y las que lograron salir heridas o indemnes milagrosamente fueron detenidas por la policía.
¿Quemar personas vivas no merece ser condenado por una prensa que dice luchar por la libertad y la paz?
El mundo occidental desconoce entre otras noticias que ha sido degollado un jefe de policía en Kiev exhibiéndolo en video como lección para los federalistas (similar a lo que realiza Al Qaeda), que se ha asesinado a civiles que no portaban armas por el sólo hecho de querer su independencia, que se ha incrementado el costo de vida en más de un 30%, que el FBI y la CIA asesoran al ejército, que se tomaron presas a las personas que se escaparon de ser quemadas, que se contratan mercenarios para la milicia, que se atenta a quien no acepte dicha ideología, como lo sucedido en el atentado al alcalde de Jarkov.
Coincidentemente en los medios, tan afectos a hablar de violencia, no muestran los videos que circulan en las redes y corroboran esos hechos.
Tampoco se pregunta si no es la “visita” militar de un vicepresidente como Joseph Robinette Biden, una injerencia directa en los asuntos internos de un país.
No querer mostrar la verdad es símbolo de corrupción informativa en la medida que no se explicite qué intereses se persiguen al silenciar dichos sucesos. Por dicha razón, la constatación de un grupo de corresponsales del New York Times respecto a la inexistencia de fuerzas rusas interviniendo en el sureste de Ucrania no se hace mundialmente conocida.
Parece que en nuestro país también se da con inusitada fuerza el bloqueo informativo y ello conduce a interrogar al nuevo gobierno, identificado con la centro izquierda, si se permitirá que basado en la falsa” libertad de información” se pueda continuar ocultando la realidad.
Tal vez es el momento que, junto a la reforma tributaria, educativa y la nueva Constitución, se inicie una amplia discusión sobre la información y su importante papel como mecanismo formador de conciencia social ciudadana o moldeador del modelo personal basado en el cliente, “neutral”, superficial y temeroso de los cambios.