15 abr 2014

La “pobreza perfecta”, se quema en Valparaíso

Se quemaron los pobres de los cerros de Valparaíso, porque no se quemaron los barrios turísticos, ni los sectores más acomodados. Definitivamente estos no son parte de los circuitos de los grandes trasatlánticos que llenos de turistas, llegan a recorrer un “patrimonio de la humanidad”.

(Bueno, para ser franco, siempre se han quemado, si uno revisa la historia).

Sólo fue pánico, sufrimiento y dolor, mientras las casas, enseres, las mascotas y algunos ancianos y ancianas ardieron mientras la televisión y los niños sobrecogidos, registraban en tiempo real el infierno del Dante.

(Muchos, ante la imposibilidad real de escapar, prefirieron morir juntos, en un alarde de amor que sí fue “perfecto”).

Y los medios hablaron y hablaron del “incendio perfecto”, y de la vulnerabilidad y los riesgos, de falta de planos reguladores, de las quebradas y la basura, de urbanizaciones irregulares, del olvido de las autoridades, y pocos hablaron de la catástrofe de la pobreza, la injusticia social y las desigualdades escandalosas que fueron vomitadas como por un volcán en erupción, en medio de nuestro espanto.

Pocos hablaron de la extrema marginalidad y de la exclusión indigna y deshumanizadora.

Y luego, frente a la urgente reconstrucción de los hogares perdidos, pero en el mismo lugar de los riesgos y la vulnerabilidad eterna, se habló de la importancia de mantener la “familia de los cerros” y de la “identidad de los cerros”. Más bien debió hablarse, de mantener la “pobreza de los cerros” de Valparaíso.

Se decidió entonces entregar ayuda para que reconstruyeran sus humildes casas, con las mismas banderas chilenas, ya no embarradas, sino quemadas, arrojándolos nuevamente en brazos de un destino pleno de aceptación fatalista y desesperanzado.Hoy caminan diciendo en forma triste y desafiante, “siempre ha habido incendios y seguirán habiendo en los cerros…es la vida y hay que levantarse nuevamente”.

Es cierto, siempre habrá marginalidad y exclusión. Siempre habrá personas que vivirán en las márgenes del crecimiento económico, y que algunos autores, frente a la indiferencia y acostumbramiento de todos frente a estas realidades, la llamó, “cultura del residuo” o “el desecho” (necesario).

Más vale hablar del humanismo de la indiferencia.

Pero también emergió como siempre “la (necesaria) solidaridad perfecta”, con los mismos jóvenes, entre los mismos pobres -ya que la cultura de la pobreza es enormemente solidaria-, organizaciones sociales, las iglesias, los altruistas anónimos de buen corazón, cuentas bancarias, empresas, llamados en los medios, programas televisivos, redes sociales y actos deportivos y culturales.

Pero,¿saben cuál parece ser el problema de fondo de este eterno retorno que lleno de la pobreza en llamas que seguirá devastando nuestra nación?

Jared Diamond, el autor del “Colapso de las civilizaciones”, habla de varias causas para que una sociedad no solucione un problema que termina por ser terminalmente catastrófico.

Menciona la “normalización progresiva”, es decir en este caso, la triste realidad de pobreza marginal de los cerros, es por hoy, algo ya “normal”.

Otras son más terribles, como las “racionales”, de raigambre económica, donde conscientemente se favorecen los propios intereses, a veces de minorías selectas y poderosas, con un comportamiento que daña a otros o va contra los intereses de la mayoría, y se omite entonces, resolver los problemas porque es bueno para algunos que no se haga.

Esto significaría, que la “normal” pobreza de los cerros de Valparaíso, sería “necesaria mantenerla” ¿para beneficios e intereses de algunos pocos, o una elite?

¡Joder! ¡Qué inmoral!

¿Será real una propuesta como ésta? No lo creo posible en el ser humano, sería la inmoralidad perfecta.

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  • Hernan Leon

    Lamentablemente

  • Hernan Leon

    Lamentablemente esa “inmoralidad perfecta” que menciona Ud. Sr. Canals es la base del sistema económico de este país, que fue instaurado por dictadores pero que ha sido validado por aquellos que se hacen llamar demócratas, y que seguimos validando nosotros como electores. Este país está hecho para salvaguardar los intereses de pocos en desmedro del sacrificio de muchos, en cada servicio básico de este país (salud, educación, agua, electricidad, alimentación, vivienda) hay conglomerados económicos enriqueciéndose descomunalmente; y veo con poca esperanza que esto vaya a cambiar pronto.