El 27 de marzo se envió al Parlamento el Proyecto de Ley que crea el ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, que fue firmado en La Moneda por la Presidenta de la República Michelle Bachelet y por diversos ministros de Estado.
“Chile hoy día da un paso decisivo en el proceso que hace de la igualdad entre hombres y mujeres un objetivo de Estado y le da fuerza institucional” – sostuvo la Primera Mandataria de la Nación, agregando que “este Ministerio de la Mujer y de la Equidad de Género no sólo honrará a las mujeres de ayer, porque estará, por sobre todo, al servicio de las niñas y de las mujeres del presente y del futuro”.
Esta iniciativa legal significa muchas cosas. Por una parte, como se desprende de los dichos de la propia Presidenta Bachelet es un reconocimiento a miles de mujeres que han luchado por décadas, e incluso siglos, por la plena incorporación de éstas a nuestra sociedad. Desde aquéllas pioneras que abrieron camino en el ámbito laboral, en las universidades, en los derechos cívicos, en los municipios, en el Parlamento. Es un nuevo hito en esta larga cadena de esfuerzos.
Es, también, una señal potente de que tenemos muchos desafíos pendientes y de que el actual Gobierno se propone trabajar con decisión para seguir avanzando. La experiencia de Michelle Bachelet en ONU Mujeres y su visión global de la situación de éstas en el mundo y de los resultados de los principales instrumentos para avanzar es, ciertamente, un factor preponderante para la creación de este Ministerio.
La nueva cartera, que fortalece, complementa y potencia lo que ha venido haciendo el Servicio Nacional de la Mujer, creado por Patricio Aylwin al retorno a la democracia, deberá planificar y desarrollar políticas, normas, planes, instrumentos que enfrenten la discriminación, que fortalezcan la participación y el ejercicio de las libertades, y favorezca la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.
Su labor, por tanto, será coordinar los múltiples esfuerzos que hoy se desarrollan, pero también fortalecerlos y apoyarlos, dándoles la necesaria unidad y procurando que no se queden en análisis y estudios, sino que se transformen en herramientas concretas para seguir incorporando plenamente a la mujer en la sociedad y garantizando sus derechos, en todos los ámbitos.
Hay muchos desafíos por delante, como continuar combatiendo la brecha de género que afecta el acceso al empleo y hace que las mujeres reciban menos remuneraciones que los varones; terminar las discriminaciones que afectan a la mujer en áreas como la salud o la previsión; resguardar sus derechos sexuales y reproductivos y generar mecanismos que le aseguren espacios equitativos en los poderes públicos, en los cargos de representación popular y, también, en las esferas de dirección del ámbito privado.
Este Ministerio viene, entonces, a contribuir a continuar este trabajo, no sin dejar de recordar que se trata de un cambio que más allá de lo legal e institucional pasa, también – y esencialmente – por lo cultural y debemos impulsarlo en nuestras casas, en la escuela, en los barrios y organizaciones sociales, en cada lugar donde las mujeres contribuyen y aportan a sus hogares y al país.