El Presidente Obama, avergonzado y preocupado por el evidente atropello a los derechos humanos que comete EEUU en la Cárcel de Guantánamo (territorio que ocupa además ilegalmente) solicitó al Presidente José Mujica, de Uruguay, que recibiera en su territorio a los prisioneros Adnan Ahjam, Alí Al Shabaan, Abd Hadi Faraj, Jihad Deyab y Mohammed Tahamatan, secuestrados sin juicio y torturados, algunos por el solo delito de vivir en Tora Bora, el lugar donde fue asesinado Bin Laden, o en los campos de Kabul, las tierras de los talibanes.
Entre los detenidos en Guantánamo, un gulak o campo de exterminio de los EEUU, la mayoría son afganos y pakistaníes.
Obama no confía en los sectores más reaccionarios de su país ni en el poder judicial norteamericano y no quiere pasar a la historia –aunque lo está haciendo – como un Hitler, un Trujillo, un Duvalier o un Pinochet cualquiera.
José Mujica, Presidente de Uruguay, aceptó la petición.
“No lo hacemos por plata o por conveniencia material, señaló, pero no tenemos empacho en decir que le pedimos por favor al gobierno estadounidense que haga lo posible porque dos o tres prisioneros cubanos (acusados de “espionaje” en Florida) sean liberados, porque eso es también una vergüenza”.
“En Guantánamo hay veinte tipos que están presos hace muchos años y no vieron nunca un juez o un fiscal. Yo dije que sí, porque estuve un montón de años preso y estoy podrido de que (sólo) se hable de derechos humanos. ¡Esto es derechos humanos!”
“Si ellos quieren hacer nido aquí y trabajar, que se instalen en el país. Vienen como refugiados y el Uruguay les da un lugar. Si quieren traer a la familia está todo bien, así de sencillo. Jamás aceptaríamos ser carceleros de nada. Tampoco avalamos la juridicidad de la cárcel de Guantánamo”.
Mujica es un ex guerrillero que, en su lucha contra un gobierno apoyado por los EEUU, recibió seis balazos, fue apresado cuatro veces (se fugó en dos) y en la quinta permaneció trece años en prisión (de 1972 a 1985), once de los cuales los sobrevivió como “rehén”, bajo el apremio de ser ejecutado de inmediato si la guerrilla mataba a algún hombre de gobierno.
Está casado con Lucía Topolansky, ex guerrillera y actual senadora uruguaya, que también estuvo en la cárcel durante trece años.
El Presidente Mujica no sólo está encabezando ahora esta lucha por los derechos humanos, sino que también está empeñado en asentar un duro golpe al narcotráfico internacional. El Estado uruguayo producirá marihuana para el consumo interno, que será controlado. Los consumidores comprarán marihuana en servidores legales, abiertos y controlados.
Si los estados del mundo, incluido Chile, imitaran a Mujica, desaparecerían del planeta las redes del narcotráfico que, sin duda, están emparentadas con la oligarquía mundial.
Se equivocan los que creen que José Mujica “es” candidato al Premio Nobel de la Paz, pero que sigan apoyando.Lo está haciendo el Partido Socialista de Chile y podría hacerlo la DC, que proclama su apoyo a los derechos humanos en todo el mundo y es partido hermano de la DC uruguaya, integrante del Frente Amplio, al que pertenece el Presidente Mujica.
Pepe Mujica es ya Premio Nobel de los Derechos Humanos y Premio Nobel de la lucha contra el narcotráfico internacional.