A partir de las críticas al nombramiento de Claudia Peirano como Subsecretaria de Educación, que siempre tuvieron un claro contenido político debido a sus opiniones sobre la gratuidad de la educación, se ha desatado una abierta ‘Caza de Brujas’, por parte de la derecha, con la abierta colaboración de la prensa y televisión, salpicada con declaraciones de diversos voceros políticos supuestamente defensores de la probidad, la ética e integridad, mediante una campaña mediática con increíbles tintes de morbosidad.
Lo que parece inaudito, es que a esta vorágine de descubrimientos de irregularidades en los nombramientos de las nuevas autoridades, no solo concurren personeros de derecha, lo que sería lo esperable y lógico, si no que hemos visto a ciertos personajes de la Nueva Mayoría rasgando vestiduras por el hermetismo de dichos nombramientos, como si esos nombres hubieran surgido del sueño delirante de la Presidenta y no de propuestas de los propios partidos.
A este festín de descréditos, obviamente como era esperable también se suman gozosos sectores de la ultraizquierda, deseosos de descalificar por cualquier expediente al nuevo Gobierno.
El paroxismo de estas denuncias ha llegado a través del diario La Tercera, que hace algunos días en primera página tituló con caracteres de escándalo, que las nombradas ministras de Cultura, Claudia Baratttini y de Desarrollo Social Fernanda Villegas, son deudoras de Crédito Universitario, aduciendo que tal situación en la práctica las inhabilitaría para sumir sus respectivas carteras.
Deudas al sistema de Crédito Universitario, lo tienen miles de chilenos, y esa es parte fundamental de la lucha de la actual coalición que gobernará el país, por terminar con este perverso sistema de endeudamiento de las familias y de los profesionales, por el simple derecho a estudiar.
Es manifiesto que esta campaña pro transparencia que repentinamente ha imbuido a la derecha y sus socios de la gran prensa, no tienen el propósito de optimizar la probidad de la función pública, sino simplemente el perturbar y entorpecer la instalación del nuevo Gobierno, que se ha propuesto cambios fundamentales que significan en la práctica terminar por desmantelar los amarres que nos dejara la dictadura.