“Madeja” Sepúlveda, antiguo profesor demócrata cristiano de la Academia Diplomática de Chile, pronosticó en cooperativa.cl una derrota total en La Haya.Creyó que Chile perdería lo del hito (ganaría la tesis del hito Concordia) y lo del paralelo (ganaría la tesis de la bisectriz). Un tanto desesperado apeló a “la equidad” de la Corte para que el daño a Chile no fuese tan grande.
Otros académicos chilenos pensaban parecido. Desgraciadamente estos encorbatados de nuestra Cancillería no lo dijeron antes (estaban en 1986 allí) y el diálogo con Perú, después del Memorandum Bákula, nunca se inició.
La Cancillería chilena, a partir de “los ventaneros”, los pinochetistas que entraron a trabajar por la ventana allí en la dictadura de Pinochet, ha sido remolona, temerosa, formalista, poco preparada.Vivían en una dictadura aislada del mundo.Avergonzados.
Y lo mejor que podía pasar era que no pasara nada. Los más destacados funcionarios, desde entonces, aprenden cómo obedecer sin chistar ni hacer aportes, cómo sentarse a la mesa y cómo comer con varios cubiertos, también cómo fueron los tratados de límites o de comercio, pero poco o nada saben realmente del mundo, de las tendencias estructurales de la historia, del poder internacional, de sociología y para qué decir de antropología, y de la necesidad del intercambio de opiniones.
Los encargados de protocolo son tanto mejores si peinan a la gomina, usan “ternos” al estilo Chicago, zapatos con lustre que suenen alto al pisar, corbatas con grandes nudos triangulares y pañuelos colorinches que caen ostentosamente desde el bolsillo superior izquierdo de la chaqueta cruzada.
Nuestros gobiernos siempre dieron por descontado que los vecinos y el mundo reconocen la soberanía absoluta de Chile desde el límite con Perú en el norte hasta el límite austral con el polo sur, allá al fin del “territorio antártico chileno”.
Ninguno ha educado al país en el derecho que tiene el Perú a decir sí o no a una negociación chilena con una tercera potencia sobre territorio ariqueño (Tratado de 1929) y en el acuerdo internacional sobre la Antártica que no reconoce soberanía de país alguno sobre ese continente, tan cercano a Chile.
Para dar salida al mar a Bolivia el acuerdo tendría que ser boliviano, chileno, peruano.Y para tener soberanía en la Antártica, debería establecerse un nuevo trato internacional allí, que no se divisa.
Nuestras máximas “cabezas” políticas –el Presidente y los ex Presidentes de la República- cometieron errores graves frente a la Corte, al agredirla verbalmente antes del fallo.No guardaron silencio y prefirieron presionar por televisión.
Algunos de ellos dijeron que no aceptarían “fallos salomónicos” que no se ajustaran “a derecho”. Otros o ellos mismos, que al final verían si Chile cumpliría el fallo o no. Algunos señores diputados plantearon que sería necesario plebiscitar el fallo para ver si Chile lo cumplía o no lo cumplía.
Incluso el Presidente de la República dio por inexistente el país del Presidente actual de la Corte de La Haya, en una de sus más destacadas guindas de torta.Como se sabe, para el Presidente de Chile, Checoslovaquia sigue existiendo y es un modelo a seguir. Si Checoslovaquia sigue existiendo ni la República Checa ni Eslovaquia, el país del Presidente de la Corte, existen.
La Corte, antes de fallar, suele informarse acerca de quienes presiden los países que comparecen en juicio. Eso debió hacerlo, sin duda, Peter Tomka con Humala y Piñera. Es lo mínimo.
Peter Tomka fue checoeslovaco y asesor del ministerio de Relaciones Exteriores de ese país y hoy es un alto y reconocido jurista de Eslovaquia, país del que fue Embajador en Naciones Unidas. Fue checoeslovaco y es eslovaco. ¿Muy difícil?
Por otro lado, el triunfo “nacionalista” de personeros peruanos como Alan García en La Haya fue como el parto de los montes y el nacionalismo antichileno del Perú profundo (ese que, por ejemplo, explotó también con Sendero Luminoso) se mantiene allí, subyacente. Como el “nacionalismo” de muchos mexicanos con respecto a Estados Unidos, o el de muchos centroeuropeos con respecto a sus países limítrofes actuales. C’est la vie.
La sacamos barata en La Haya. Y la sacamos barata porque los convenios con Perú sobre el límite norte en el paralelo eran claros y han sido respetados por los dos países por más de 60 años y porque diplomáticos negociadores como Van Klaveren no son comunes ni en Chile ni en el Perú.
A ello se debe que la ganancia peruana no haya sido muy grande en La Haya. Así como venía la mano, pudo ser peor.
Confiamos en que con Heraldo Muñoz las cosas marcharán mejor que con Alfredo Moreno.
A Heraldo, al menos, cuando hable de “las favelas” en Brasilia o con brasileños en Chile, se le entenderá claramente “favela” y no “Falabella”.