El diputado de Renovación Nacional Cristián Monckeberg ha enviado a un millar de militantes de su partido una carta en la que propone directamente una alianza con la Democracia Cristiana.
A menos que existan conversaciones secretas en tal sentido entre las dos colectividades, no cabe sino calificar la carta como un bluff para dirigir la polémica en la Alianza en una dirección determinada y cuestionar a los actuales socios de Renovación Nacional.
A pesar de la simpleza de la treta, la trampa funcionó y el Presidente de la UDI más algunos otros personeros de esa tienda reaccionaron casi escandalizados, acusando deslealtad por parte del diputado RN, amén de cuestionar la vocación de Centro de la Democracia Cristiana.
Queda así todo servido para que, al amparo del sentimiento de ofensa, DC y RN tengan justificación para conversar posibles entendimientos ante una UDI que, pisando el palito, acepta presentarse como exclusiva representante de una Derecha a secas, sin ese pronombre de Centro-Derecha con el que se han ufanado tanto tiempo.
RN queda así perfilada para acercarse al Centro, agregando además como argumento que la UDI no entiende que el futuro de la Derecha es convertirse efectivamente en una Centro-Derecha.
El salto es grande, sin embargo, porque sin la UDI, RN se arriesga a perder gravitación política.Si rompe la Alianza, tiene que hacerlo porque se tiene la seguridad de un acuerdo alternativo y se ha calculado que serán minoritarios los militantes que prefieran entrar a la UDI o crear una RN paralela a entenderse con la Nueva Mayoría.
En privado, muchos militantes y dirigentes de la DC y de RN ven con simpatía un entendimiento.Pero eso es en privado. En público, la DC está comprometida con la Nueva Mayoría y resulta difícil pensar que los de Antonio Varas quieran entrar a este pacto sin condiciones, así como sería aún más improbable que se pueda aceptar alguna exigencia de su parte.
La apuesta tiene que considerar entonces que, más pronto que tarde, una parte importante de la DC se salga de la Nueva Mayoría en repudio por la presencia del PC o por estar en desacuerdo con el Programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet y se fusione con RN y eventualmente el PRI bajo el nombre de alguna de las colectividades o con una denominación nueva creada para ese propósito.
Finalmente, el resultado tiene que ser atractivo en términos electorales como para que el Centro sea capaz de competir por el Gobierno en un sistema electoral binominal que es contraproducente para las posiciones moderadas.
En realidad, son muchas las condiciones y los supuestos que tendrían que darse para que la propuesta de Monckeberg se hiciera realidad en un mediano plazo, pero es una señal de voluntad que no puede descartarse como una simple idea loca que se deja volar.
En este sentido, es más sencillo pensar que se trata de una provocación para incomodar a la UDI, comunicándoles de paso a los aliados que los términos del contrato entre ambos partidos no son satisfactorios para RN y que el nivel de malestar es suficiente como para patear el tablero.
Se busca también distraer la atención respecto a las disputas internas en Renovación Nacional.¿Qué mejor que enfocar las miradas a la relación con los socios, cuando estos llevaron la candidata presidencial y no han asumido responsabilidades por la derrota?
Y si ocurriera que la apuesta de un acuerdo con la DC fructificara, la ganancia sería completa. Lo único que faltaría es un consenso respecto a lo que significa ser de Centro en los albores del S. XXI porque si todos quieren correrse hacia esa posición del espectro político hay que saber por lo menos de qué se trata, qué se propone, cuál es la visión de un dirigente de Centro sobre lo que se requiere en el país, la educación, el sistema político, la vivienda, la salud, el sistema previsional, entre las materias que aparecen como más acuciantes en el debate nacional.