Termina un nuevo año. Y todos dan sus análisis de cómo fue el 2013 y qué se puede pronosticar para el 2014.
En la política chilena, se produjo lo que todos esperaban. Que cada vez vota menos gente. Que ganó la candidata que todos esperábamos iba a ganar y que perdió la que todos esperábamos iba a perder. Que tras las elecciones todos sacaron cuentas alegres y encontraron argumentos para sentirse ganadores. Todos.
Y esas son las cosas que alejan a la gente de la política. La evidente falta de conexión de los políticos con la gente real. Desde los que derechamente nos engañan y nos mienten (los que de mala fe pretenden decir que no son políticos), hasta los que ya se engañaron a sí mismos y realmente creen haber cambiado.
Pero la gente no se compra cualquier cosa. Lo demuestran las bajas votaciones. Lo que aún no se logra es que el pueblo comprenda su verdadero poder y ejerza el voto eligiendo líderes que sí los representen. Porque salvo escasas excepciones, salieron los mismos de siempre.
Es cierto que siempre es bueno para la democracia que pierdan los pinochetistas (la UDI en términos más simples), pero no hay que dejarse engañar porque los que salieron no son mucho mejores. Es inolvidable la cara de sus líderes que no podían usar la palabra Dictadura. Sin comentarios.
De otro lado, la opción de MEO parece haber crecido, al tomarse el espacio de los temas marginados de la agenda, como la droga y los homosexuales. Habrá que ver si le alcanza para ponerse en una posición más concreta y más de general preocupación para poder captar votos mayoritarios.
Por otro lado, se alaba mucho la elección de los jóvenes. Yo creo que es bueno que haya gente nueva. Pero no creo que el tema sea solo de edad. De hecho, la gran mayoría de esos jóvenes (salvo Gabriel Boric) fueron elegidos con las peores prácticas de la “antigua política”, blindados y protegidos por pactos electorales.
Y la Concertación parece que se amplía hacia la izquierda. Si es que alguien cree que los comunistas realmente están a la izquierda, yo creo que la historia demuestra lo contrario. Yo no lo creo. Siento que es al revés, se inclinan (en el más amplio de los sentidos) ante los grandes grupos económicos. Y no hay vuelta atrás.
Mi única esperanza son las especiales características personales de la Presidenta Bachelet.
Y de los demás poderes para qué hablar. Basta ver a los periodistas de Tolerancia Cero cuando le preguntan a Luis Larraín de la Fundación Iguales (puta el gallo valiente… mis hurras para él) si cuando él sospechó que iba a “ser homosexual” no pensó en revertir el proceso y no hacerse gay.
Como si una condición sexual dependiera de la voluntad de la persona. Eso refleja el no entender nada. Después de eso, claro que podrían aparecer personas como Carlos Larraín asustados porque la homosexualidad fuera contagiosa.
Pocas esperanzas.
La cosa no se ve buena. Pero no por lo que temen los analistas. No veo por donde podrían haber grandes cambios, caos o desorden, más bien lo contrario. Creo que nada va a cambiar, porque a los que tienen el poder nuevamente no les conviene ningún cambio. Porque Chile se mete en el Tribunal de La Haya presionado por Perú, es cierto, pero sobre todo para defender los intereses de un gran empresario chileno.
Y entonces miro hacia fuera y veo el “conflicto árabe israelí” que en realidad hoy es el genocidio palestino. Y veo como nadie está dispuesto a intervenir de manera seria haciéndose cargo del problema y veo el futuro de esos dos pueblos amarrado por líderes que no parecen tener un compromiso real con sus pueblos.
No me gusta pontificar. Pero me parece que con personas que consideran que la homosexualidad es equivalente a la zoofilia o que consideran que las gravísimas violaciones a los DHH en la dictadura militar son simplemente “excesos” y que de hecho no son capaces de usar la palabra dictadura o con personas que quieren ser líderes políticos que no están dispuestos a asumir ninguna clase de responsabilidad,no creo que haya mucho que hacer.
Miro el futuro y sólo veo una solución: la muerte.La muerte de todo eso que nos mantiene amarrados con el pasado, con la opresión.
Con las viejas formas de hacer política y con la forma en que el pueblo ha decidido históricamente no hacerse cargo de su destino. De cómo nos hemos dejado controlar por grandes poderes fácticos y económicos. De cómo los pueblos son conducidos a guerras fraticidas para defender los intereses de unos pocos.
Y creo que la única manera es la muerte.Darle muerte a todas esas prácticas y tomar “el toro por las astas” y construir nuestro destino.
Darle muerte simbólica a todos esos dinosaurios del poder y la política que nos han sojuzgado en base a principios que no compartimos. La muerte de esa forma de ejercer el poder en contra del pueblo, en contra del que confiere el poder.
En el Tarot, la carta de la muerte representa el cambio. Pero el cambio autogestado.No es el cambio impuesto desde afuera, el cambio de las circunstancias como la rueda de la fortuna. Es el cambio elegido y deseado por quien cambia.
Esa es la única y la última solución, optar por hacernos cargo de nuestro destino como pueblo y cambiar.Como humanidad.Como especie.
Y darle muerte a todo esos que nos amarra a la muerte.
Creo que la humanidad es capaz de lo peor pero también de lo mejor. Y estoy convencido que nuestros lideres no tienen la capacidad ni el interés de transitar esos caminos. Creo que la cosa va por otro lado.
Pero en esta batalla, no está muerto quien pelea. Así que hay mucho por delante. Y bueno, feliz año nuevo y que se cumplan sus mejores deseos.
Aunque solo sea para seguir soportando a los mismos.
Finalmente, hablando de muerte quiero comentar un disco que me regalaron sus autores. No es nuevo. Es un proyecto ejecutado desde el 2011 al 2012. Se llama Húsar y es una ópera rock chilena sobre la historia de Manuel Rodríguez.
La clave acá es el clásico heavy metal melódico, con buenos cantantes y grandes guitarristas. Todo está dirigido por el cantante chileno Ives Gullé, quien preside un equipo notable.
Alejandro Silva, El Pera Cuadra, Hugo Bistolfi de Rata Blanca y otros más jóvenes. Conforman un excelente elenco. Es un gran esfuerzo por rescatar nuestra historia en clave rock, de manera jugada y moderna. Momentos notables como la Asamblea de la Logia o la aparición de un demonio mapuche. Deben escucharlo.