Tal como se venía pronosticando desde las municipales pasadas, la derecha ha sido nuevamente derrotada en las urnas. Sacar el 25% de votos en la presidencial es una debacle electoral para el oficialismo y otra señal de que el sector está inmerso en una coyuntura de crisis. Esto es hoy lo único evidente.
La derecha está inmersa en una crisis profunda ¿cabe alguna duda?Los bajos niveles de aprobación presidencial, el fracaso de la “nueva forma de gobernar”, la conflictiva y traumática carrera presidencial, los permanentes cambios de gabinete, las tres derrotas electorales en tres elecciones y el debate en torno a la “nueva derecha” son señales de que las cosas no están bien en el oficialismo.
Hace cuatro años Piñera estaba a semanas de ganar la presidencial. En diciembre del 2009 ganó la primera vuelta con el 44% de los votos y la segunda vuelta, la ganó un mes después con el 51.6% de las preferencias. Frente a esta coyuntura, ¿alguien podrá pensar y/o sugerir que la derecha estaba en crisis?
Pero, todo esto comienza a cambiar muy rápidamente. La máxima expresión de este hecho es la reciente derrota presidencial que muestra que en cuatro años la derecha bajó su votación presidencial en 21 puntos porcentuales y su peso parlamentario se vio reducida de modo significativo.
En consecuencia, los datos muestran una certeza indesmentible: la derecha está en crisis. Hoy, esto es lo único claro.La segunda vuelta, por tanto, sólo viene a prolongar la agonía final y dilatar el proceso de “re-fundación”, “re-formulación”, “re-estructuración” y/o “adaptación” o como quieran llamarle.
Las dudas surgen, por tanto, cuando corresponde analizar y definir el tipo de coyuntura que se abrirá en el sector; en definitiva, el tipo de adaptación que se imponga. Pero, en el sub-suelo de la derecha ya hay movimientos pensando en el futuro: tipo de oposición a constituir, próximas definiciones internas de sus partidos, posicionamientos presidenciales y pulsiones generacionales.
Al entrar a esta nueva fase, la derecha deberá –en primer lugar- hacer un diagnóstico que explique ¿cómo en tan poco tiempo el oficialismo pasó de la ilusión al pesimismo y del triunfo a la derrota?
Los mayores problemas del gobierno y la derecha han sido políticos. Comienzan desde el primer momento cuando Piñera diseña un gabinete técnico sin experiencia política.
Luego, la “nueva forma de gobernar” se vio debilitada por dos hechos más: los conflictos de interés y la actitud autocomplaciente de insistir y repetir hasta la saciedad el “somos los mejores”.
Junto a esos problemas fundacionales de la gestión aparecen dos más que han sido decisivos y que va contribuir a debilitar la “nueva forma de gobernar” a mediano y largo plazo: su incapacidad para identificar y resolver conflictos y no haber estado a la altura de las expectativas.
Junto a estas áreas de tensión y debilidad surge una fundamental, llevar la disputa presidencial al interior del gabinete. Fue, por tanto, la coyuntura presidencial lo que terminó por consolidar y profundizar la crisis política del oficialismo.
En lo general, en estos cinco elementos encontramos las razones por la cuáles la derecha en cuatro años pasó del éxito al fracaso. Hoy, la derecha es más débil que hace cuatro años. La derecha está en crisis. De esto no hay duda. Pero, ¿cómo salir de esta coyuntura? y volver a re-encantar a los ciudadanos, a su electores y ser competitiva.
Lo único que me parece evidente hoy, es que la derecha se debe “adaptar” si quiere ser competitiva a las condiciones y rasgos del nuevo ciclo social y político. A medida que se iba consolidando la nueva fase política, la derecha se iba debilitando a nivel político, electoral e ideológico: político, porque ha perdido credibilidad y capacidad de articular; electoral, porque ha sufrido tres derrotas contundentes e ideológica, porque sus ideas fundacionales están fuertemente cuestionadas.
En la coyuntura actual la derecha se ha quedado sin fuerzas para defender el modelo económico, político y cultural vigente hoy. Este es, en consecuencia, el principal problema político que la derecha debe enfrentar y resolver: adaptarse y defender el modelo en una situación de debilidad.
Vendrán días complejos. Las preguntas decisivas ya están planteadas ¿cómo adaptarse?, ¿en qué dirección hacerlo?, ¿quién y quienes van liderar este proceso?, ¿qué ideas fuerza van a defender y/o promover?, ¿qué tipo de relación van a establecer con el nuevo oficialismo?, ¿qué articulaciones de poder se va a imponer?, ¿qué tipo de oposiciones se van a desarrollar en su interior?, ¿cómo se va desarrollar la pugna generacional que se da en el sector? son algunas de las interrogantes que se tendrán que dilucidar en la coyuntura pos presidenciales.
Hoy, hay más dudas que certezas. El tipo de respuesta que se dé a cada una de las cuestiones anteriores va definir el tipo de adaptación que se ponga en marcha.Para esto, la derecha debe saber, entender y aceptar que en el nuevo ciclo político va tener que competir sin subsidio político.
Deberá entender, en consecuencia, que en la nueva fase política el proyecto de “la sociedad chilena” se definirá de manera colectiva con las reglas de la democracia.El nuevo Chile, por tanto, no será el resultado de la imposición militar de un tipo de sociedad de unos por sobre otros; ni tampoco la defensa binominal de ese modelo, sino al contrario, el resultado de la competencia democrática.
Esto recién comienza. Por ahora, seguimos en esta inútil y agónica segunda vuelta. No estaba equivocado el presidente del PS, Andrade, de que lo mejor era “hacerla cortita”. Sin duda, era lo mejor para todos.