02 nov 2013

¿Algo resuena en lo profundo?

Lo que resuena socialmente es lo reprimido, es la soberanía popular, que fragmentada y muy localmente, se auto organiza desde lo pequeño en sus demandas de participación y representación popular, a partir de sus necesidades reales y la búsqueda de un bien común de verdad inclusivo.

Encima de ella y ocultándola, se despliega un “humo político” difuso y borroso, generado por el actual funcionamiento del sistema político y muchos de sus líderes tradicionales con prácticas de un manejo narciso del poder, que termina por negar el grito de los más excluidos y marginales.

Pero existe un tercer nivel, que terminaría por destruir los fundamentos de la política como una nueva forma de represión y exclusión.

Este consistiría en la emergencia de una red aparentemente des- ideologizada, o que “abandona las viejas divisiones ideológicas”, constituida por expertos técnicos en diversas disciplinas, cuya misión sería dar respuestas que funcionen, a las expresiones populares,especialmente a las conflictivas que redundan en violencia,independiente de los contextos, y negando la profundidad, la esencia y la universalidad política de lo realmente exigido, al considerarlas sólo demandas puntuales a solucionar pragmáticamente.

Finalmente, esta forma estaría dirigida a mantener sin cambios o transformaciones el modelo económico globalizado actual y su dinámica de poder universalizado, a través de la negación de cualquier componente simbólico de los conflictos, reduciéndolos sólo a hechos fácticos superficiales.

De esta manera se abandonaría la verdadera forma de hacer política, que yace en la posibilidad de “cambiar los contextos” para generar transformaciones reales a partir del arte de lo imposible, y no de lo posible.

Desde otro punto de vista, la aplicación de estas soluciones sólo instrumentales, que parecen dejar tranquilas a las personas,terminan por impedir y negar la posibilidad de los cambios verdaderos transformacionales, que nacen y generan a su vez, reales cambios personales y también comunitarios.

Para ser prácticos y llevar a lo real este análisis, basta considerar las soluciones a los conflictos liderados por los ciudadanos en educación, salud, étnicos, y otros regionales que llevaron a un listado de compromisos como mejoras, aumentos de recursos y nuevos beneficios resueltos por comisiones técnicas, que evitaron y negaron una reflexión mayor y crítica sobre sus causas profundas, como déficits de participación y representación ciudadana, no respeto de derechos básicos, mercantilización de la salud y educación y otras y brechas profundas de oportunidades y socioeconómicas

Por último, ¿dónde yacería la frontera, los límites que legitiman la búsqueda última de los verdaderos y esenciales cambios políticos sociales?

Creo que en la búsqueda del bien común y personal, o más bien en la concepción del bien que yace más allá de la profundidad socio-política, es decir en las concepciones éticas y morales que fundamentan las verdaderas propuestas políticas de las personas que las representan.

Recomiendo, si usted lo considera, realizar una reflexión crítica que incorpore estas visiones antes de ir a votar, deteniéndose en la congruencia de sus concepciones sobre la vida, la integralidad de la persona, la familia, la sociedad, y si sus propuestas están de verdad dirigidas a alcanzar los cambios verdaderamente sociopolíticos que necesita el país, es decir lo que resuena muy en lo profundo.

Yo por mi parte, aún no encuentro por quien votar.

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  • Jorge Lizama León

    El autor tiene plena razón al señalar el desencuentro entre el sistema político imperante y la voluntad mayoritaria de la ciudadanía. Ello se hace patente al observar que las promesas que conforman las campañas de la actual elección siguen siendo las mismas que se han venido haciendo en las distintas elecciones parlamentarias y presidenciales, sin que hayan avances sustanciales en los temas más anhelados: seguridad ciudadana, educación y salud. El modelo neoliberal ha seguido su avance inexorable, y al mismo tiempo que deja al debe los temas antes mencionados, provoca en general, una incuestionable modernización del país, con cifras de empleo elevadas, al punto que nos hemos convertido en un polo de atracción para la llegada de inmigrantes que buscan mejores oportunidades que las que tienen en sus países de origen. Ello a pesar de la pésima repartición de la riqueza, reflejada en las enormes brechas que separan a quienes ganan más respecto de quienes ganan menos.
    La pregunta de fondo, planteadas así las cosas, es averiguar si es posible avanzar en la necesaria integración social, con mejoras en seguridad ciudadana, educación y salud, lo cual implicaría la corrección del sistema político que impide avanzar en su solución concreta, sin arriesgar la estabilidad productiva, el empleo, y el respeto, aunque sólo sea parcial, de los derechos ciudadanos.
    Lamentablemente, no veo un grado de evolución en los distintos sectores involucrados, que permita avizorar aún ese mecanismo, que nos permita corregir el rumbo y al mismo tiempo mantener la estabilidad. Tal vez en el inconsciente colectivo de una gran cantidad de población esté presente esta misma duda, y por ello ha dado indicios claros de que prefiere la prolongación de esta realidad, al riesgo de cualquier aventura de resultados más inciertos, y ello lo reflejan claramente todas las encuestas.