Para ser profesional de la salud hay que tener vocación de servicio.Querer entregar a las personas el cuidado, tratamiento, educación para su bienestar y realización.El profesional es humano y necesita vivir, alimentarse, dormir, formar familia, criar y educar hijos y por lo tanto tiene necesidades a satisfacer.
Esas necesidades se satisfacen por transacciones en las que por su actividad la sociedad le retribuye sus servicios pecuniariamente y con este ingreso monetario acude al mercado.
Restrinjámonos al médico ¿cuánto debe ganar un médico por sus servicios? La pregunta no respondida todavía para ningún oficio nos presenta crudamente el vector valórico polar que genera: el valor del servicio y el valor de la ganancia por el servicio.
Los vectores valóricos no son promediables, tiene que hacer una opción ética: o ejerce por su vocación de servicio y exige una remuneración justa o (exclusivo) pretende enriquecerse y ejerce en tanto cuanto ese ejercicio lo enriquece. Las intenciones no son fundibles.
Se dice, las cosas no son blancas o negras sino grises. Pero es falso, las cosas son blancas, negras o grises y si grises son una proporción exacta de negro y blanco.
Puede engañarse a sí mismo y pretender que su intención no es primariamente enriquecerse y echarle la culpa al sistema pseudoneoliberal chileno y decir no tengo otra forma de ejercer.Sabe que esto es falso y se hace el leso consigo mismo.La Ética neoliberal no es compatible con la Ética principalista, virtuosa o hipocrática médica.
Los hospitales del Estado de Chile, especialmente en provincia, sufren la crisis valórica donde el enriquecimiento ha pasado a ser lo más importante para profesionales del sistema de salud.
Por ejemplo, los pabellones quirúrgicos quedan vacíos en la mañana donde las intervenciones las paga el Estado al hospital del Estado, pero están sobre utilizados en la tarde donde la misma intervención, en el mismo paciente, en el mismo hospital se paga mucho más cara que en la mañana con los dineros del Estado de Chile (FONASA u otros) pero a una empresa privada que puede ser una asociación de los mismos médicos o profesionales del hospital.
La Dictadura Militar y luego la Concertación permitieron este robo a mano armada, con la Constitución y las leyes, al Estado cuyos fondos vienen de todos los contribuyentes especialmente de los pobres.
No se le pide el consentimiento informado a ningún contribuyente para que los fondos de su bolsillo pasen a manos privadas, pero se le pide este consentimiento firmado para ser intervenido sin decirle si será en la tarde, donde le están robando legalmente al Estado (y a él) y es más caro, o en la mañana donde le correspondería por un precio inferior.
El trasvasije del dinero de todos los chilenos al bolsillo de los privados es uno de los problemas de corrupción más grave que sufre Chile, porque es un robo ético pero legalmente no tan sólo permitido sino que fomentado por la Constitución y las leyes que muchos no aceptan.
Esta sola corrupción necesita de otra Constitución. A este fomento atribuyen la imposibilidad de ejercer la profesión en forma ética.
Constitucional y legalmente la situación es mucho peor porque en Chile es el único país del mundo donde la ética profesional está prohibida.El proyecto de ley de recuperación de la tuición ética profesional duerme en el Parlamento desde hace más de cuatro años.
La situación se complica cuando sociedades médicas científicas, que por ley no tienen fines de lucro, se organizan para optimizar las ganancias de sus asociados y establecen que ejercerán preferentemente en las tardes para el privado o público pagado a precio de privado.
Si el ejercicio profesional de los miembros de estas sociedades es fundamental para el uso de los pabellones resulta que en Chile no se puede usar los pabellones en las mañanas y solo pueden utilizarse en la tarde a otro precio. El Ministerio de Salud ha reaccionado exageradamente lo que ha motivado una acusación por los médicos y parlamentarios que ha llevado al Ministro a una interpelación.
Pero el problema no es los dimes y diretes entre las sociedades y el Ministerio de Salud. El problema es más de fondo.
No hay en Chile un Estado autónomo de los partidos políticos, de los Gobiernos de turno, de los grupos de poder económicos o de opinión. No hay política de salud.
Desde la UP, pasando por la Dictachet, la Concertación y ahora la Alianza, la destrucción sistemática del Estado por los Gobiernos, los Partidos Políticos, los grupos de poder ha sido el denominador común.
Los fondos del Estado, sus empresas y pertenencias han pasado a manos privadas a precio de huevo o gratuitamente y todo esto de acuerdo a la Constitución y las leyes, además de permitir y fomentar esta ética de la ganancia monetaria por sobre todas las cosas.
El dios Mamón reina sin contrapeso. La Dictadura Militar demolió el Servicio Nacional de Salud (SNS) para dejarle lugar a los privados, dejó de invertir en el y no lo actualizó debidamente.
Un solo ejemplo basta.El servicio estatal debería ser el mayor prestador de las necesidades de diálisis con los mejores recursos disponibles en Chile, lo que sucede es al revés las diálisis están concentradas en los sistemas privados a los que el Estado paga enormes sumas de dinero y están pasando a empresas transnacionales.
Si la inversión que el Estado hace en los sistemas privados se hiciera en los estatales, tendría un mucho mejor resultado.No olvidemos que la demolición del sistema estatal fue a sangre y tormento con asesinatos, exoneraciones, torturas, exilio, robos de infraestructura, traspaso de activos, etc., para después acusarlos de ineficiencia, cosa que tampoco es cierta, porque con los recursos que tiene el sistema estatal rinde mucho y quien sabe, mucho más que el sistema privado.
Los médicos que han sido formados por el esfuerzo de todo el país y que dada su falencia de especialistas se organizan para fijar sus honorarios y condiciones de atención de tal modo que la población no puede sino que pagar lo que ellos dicen, porque no hay otra forma de atención, se han puesto en una posición que difícilmente sea sostenible como de un profesional médico y se han asimilado a un mercantilismo sanitario extorsionador
¿Será reversible esta forma de ser? o ¿será una enfermedad incurable terminal?