Una gran polémica se ha suscitado por la definición del Consejo de Rectores de aumentar el valor del Ranking de Notas en el proceso de selección de alumnos que accedan a las universidades en este año. Los grandes detractores aparecen siendo los directivos y alumnos de los así llamados “colegios emblemáticos”.
Ellos tienen razón en reclamar. Los alumnos de los colegios particulares y públicos así llamados “emblemáticos” son seleccionados con mucha antelación a esta fecha y, producto de esa selección que se produce por razones económicas, sociales y –en los menos casos- académicas, se les “garantiza su acceso a las mejores universidades, las del Consejo de Rectores.
Tienen razón los rectores en modificar el sistema de asignación de puntajes utilizando en mayor medida el Ranking de Notas, ya que están dando oportunidades a los mejores alumnos, independiente de su condición económico social, y valorando su desempeño académico en su propio establecimiento, es decir, están introduciendo equidad en el sistema de selección, tal vez corrigiendo una política adoptada por los propios Rectores hace unos años al cambiar la Prueba de Aptitud Académica (PAA) por la Prueba de Selección Universitaria (PSU) que discrimina a favor de los estudiantes de los “colegios emblemáticos”, como se ha demostrado por estudios de diversas Universidades.
Paradojalmente han sido los estudiantes de los establecimientos emblemáticos los que se han movilizado por la equidad y calidad de la educación, y algunos de ellos ahora se movilizan contra una de esas propuestas.
Seguramente, como toda construcción de indicadores, el Ranking de Notas es perfectible, pero es importante que se entienda su formulación y su objetivo.
Con el Ranking de Notas se otorga puntaje a los mejores alumnos de cada establecimiento considerando dos variables, ambas endógenas, es decir que no se relacionan con otros establecimientos tal como algunos voceros contra su implementación han dicho.
La primera variable es el desempeño en su propia aula, dando un premio en puntaje a los mejores alumnos de cada curso.La segunda es premiando a los alumnos que tienen un promedio superior al de su establecimiento en los años inmediatos a su año de egreso, es decir que son los mejores de varias generaciones.
Esto premia a los que se esfuerzan, que son los que mejor van a aportar en sus estudios y desempeños laborales en el futuro, cuando se les dan oportunidades, como es lo que se está proponiendo por el Consejo de Rectores.
La sociedad debe evaluar estas decisiones por el conjunto de sus resultados, cuidando de causar el menor daño que sea posible en las situaciones individuales, pero no puede paralizarse en los caminos correctos porque exista ese tipo de daño.
Esperar que egresen todos los estudiantes de los colegios que seleccionan a sus alumnos para comenzar a aplicar esta medida que, insisto, corrige en parte la discriminación que introdujo la PSU, significaría perjudicar a muchos más estudiantes que, siendo buenos en su desempeño, no han tenido las oportunidades que merecen y que, en una parte bien menor aún, se les está otorgando.
Sería muy positivo para la sociedad que este debate no quedara en el ranking y la PSU, sino se abriera a la discusión sobre todo el sistema de acceso y sobre la necesidad de reformular el sistema universitario en su conjunto incorporando el Propedéutico como una forma natural de incorporación, dando valor a los Bachilleratos, planificando los cupos de cada carrera para que sean conducentes a empleos relacionados con las diferentes formaciones, y retomando el sentido de la Universidades como actores de los procesos de desarrollo de la sociedad, donde quienes ingresan a ellas debe entenderse como parte del mismo y no como decisiones individuales fundamentadas en criterios económicos.