Durante los últimos años, el mundo científico ha presenciado el nacimiento de una revolucionaria disciplina que combina la ciencia y la ingeniería, con el objetivo de diseñar y construir sistemas y funciones biológicas nuevas. Esta es la denominada biología sintética, cuyo propósito es crear sistemas vivos a partir de materiales no vivos.
Mediante la combinación de avances científicos (moleculares) con los principios de la ingeniería moderna, los investigadores pueden diseñar organismos que realicen funciones nuevas, aplicadas a la medicina o al cuidado del medio ambiente.
Por ejemplo, se podrían generar bacterias que reconozcan células tumorales para el tratamiento de algunos tipos de cáncer; o bien, plantas que sinteticen algún tipo de material para ser utilizado como biocombustibles. Las posibilidades son muchas y variadas.
Gran parte del esfuerzo que se invierte en el desarrollo de la biología sintética es para tratar enfermedades como el cáncer, infecciones resistentes a los antibióticos o ciertos tipos de patologías genéticas. A pesar de que esta disciplina aún se encuentra en etapa de desarrollo, ya existen algunos enfoques prometedores que salen desde los laboratorios más importantes del mundo.
También se han desarrollado líneas de investigación revolucionarias, como aquellas que buscan crear un código genético alternativo, el cual incluirá nuevos nucleótidos, más allá de los cuatro que se encuentran en el ADN de forma natural (citosina, guanina, adenina y timina).
Algunos científicos han catalogado a la biología sintética como la ciencia del Siglo XXI, y han pronosticado que en los próximos 25 años podría producir miles de genomas (ADNs) sintéticos y formas de vida aún no imaginadas.
Al mismo tiempo, han surgido diversas inquietudes acerca de sus riesgos, como por ejemplo la liberación al medio ambiente de organismos nuevos, modificados genéticamente, que podrían tener consecuencias perjudiciales para los sistemas ecológicos y/o para la salud humana; o la capacidad de recrear patógenos que ya se encuentran extintos o erradicados de la naturaleza.
Todas estas posibilidades deben ser contempladas y establecer reglas claras para su generación y utilización, tal como ha sucedido en torno al debate de clonación humana.
Si bien el diseño de nuevos sistema de vida con fines científicos no debiera generar grandes preocupaciones éticas, el potencial de rediseñar organismos vivos claramente necesitará ser analizado desde una mirada ética.Este es un punto pendiente.