Desde las comunas agrícolas y rurales Chile se ve muy diferente, se siente diferente y se vive diferente.
Al recorrer Palmilla, Lolol, Litueche, Santa Cruz, La Estrella y tantas otros lugares nos encontramos con ciudadanos y ciudadanas que esperan dejar de ser un punto de referencia en el mapa para pasar a ser parte importante de nuestro país, en la misma dimensión que lo es Santiago o Concepción.
Y eso quiero que se entienda, no significa más edificios, más malls, o más centros comerciales.
Lo que ese Chile demanda es dignidad y un trato igualitario, la posibilidad efectiva de acceder a una salud con presencia de especialistas y buena atención, escuelas de calidad y mejor educación.No piden nada que no esté ya garantizado incluso en esa Constitución que queremos cambiar.
Por eso nuestro deber ético y político es generar los cambios que hoy el país exige y relevar los temas que a ese otro Chile le interesan.
El desarrollo de nuestro país pasa indudablemente por lograr la descentralización y dar mayor autonomía a las regiones. No podemos creernos el cuento de país ad portas del desarrollo, miembro de la OCDE, sino subimos al carro al Chile agrícola y rural.
Y lo digo pensando en los preocupantes datos que entregan instituciones competentes.
Un informe del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la UC, reveló que en los últimos 20 años las capitales regionales crecieron 20%, mucho más rápido que el 13% de sus respectivas regiones.
¿Qué nos indica este dato? Que las oportunidades no están presentes en el territorio de manera igualitaria, que la desigualdad empobrece más al campo, lo va despoblando y empujando a una migración en busca de oportunidades que luego se transforma en más pobreza urbana.
Tenemos la obligación de hacernos cargo de este problema, con políticas públicas diferenciadas que no sólo reconozcan nuestra diversidad territorial, la heterogeneidad de nuestras necesidades, sino además contribuyan a rescatar y fortalecer la identidad que nace y se desarrolla en cada punto del territorio. Esa identidad que debe tanto a nuestra ruralidad, a nuestra agricultura, a las raíces campesinas.
Sin duda en materia electoral hemos dado un paso en la dirección correcta al aprobar la elección directa de Cores y espero que también demos un paso más allá y logremos la elección directa de los intendentes.
Pero este es el comienzo, debemos avanzar hacia un territorio justo, y para ello es urgente escuchar a quienes hoy se sienten en desventaja, a ese otro Chile para poder ser un solo Chile.