No hay nada mejor que un bellísimo viaje por diversos países, para darse cuenta donde se encuentra nuestro propio país. Suponiendo esto, en relación con dos aspectos controvertidos de nuestra realidad, se puede constatar lo siguiente: en Turquía, país de creencias en su abrumadora mayoría musulmanas, la religión está separada del Estado desde 1928.
Hasta 1983 el aborto era legal para salvar la vida o la salud de la madre y en el caso de malformación del feto, pero finalmente se estableció la legalización del aborto a petición de la mujer dentro de las 10 semanas de gestación, mediante la promulgación de la Ley de Planificación del 24 de mayo de 1983.
Además de esto, la educación primaria y secundaria es financiada por el Estado y gratuita en las escuelas públicas, entre las edades de 6 y 18 años.A partir de 2001 la matrícula de los niños en este rango de edad alcanzó casi el 100%. Las mejores universidades son públicas y gratuitas, aunque también existen universidades privadas.
En Grecia, tras mucha polémica, en 1995 se aprobó una reforma según la cual el aborto se considera ilegal, pero no está perseguido si se practica en las primeras 14 semanas de gestación o en el caso de que la mujer haya sido violada. Después del primer trimestre de embarazo, el aborto sólo está permitido para preservar la salud física o psíquica de la madre.
Salvo en los abortos por razones médicas, la embarazada debe asistir a una sesión de asesoramiento antes de someterse al aborto en la que se le informa que el embrión tiene derecho a la vida y se intenta convencer a la mujer de que prosiga con su embarazo. Las embarazadas que vayan a abortar en el último tramo de la gestación por razones médicas también deben someterse a asesoramiento y esperar tres días antes de abortar.
En Grecia la enseñanza primaria y secundaria es pública, gratuita y obligatoria. Le enseñanza universitaria de calidad está asegurada por el Estado, es mayoritaria y prácticamente gratuita.
Italia, país en que se encuentra el Vaticano, liberalizó el aborto en 1978 y es posible abortar libremente durante los primeros 90 días del embarazo. Tras solicitar el aborto, a la mujer le informan de otras opciones disponibles y, salvo casos de urgencia, se impone un periodo de reflexión de una semana.
Tras el primer trimestre del embarazo, el aborto sólo está permitido para salvar la vida de la madre o cuando su salud física y mental está en peligro, supuesto que también abarca las graves malformaciones fetales.
La educación en Italia es obligatoria y en su gran mayoría pública y gratuita. Existen 24 universidades estatales, y cuatro establecimientos de enseñanza superior, también estatales; la enseñanza superior privada cuenta con dos universidades y siete establecimientos docentes.
En Francia, el aborto se liberalizó en 1975. Actualmente es libre hasta la semana 14, si bien la ley exige que la embarazada que va a abortar declare que se encuentra en estado de angustia debido a su situación. Su médico debe además informarle de otras opciones (adopción, ayudas…) y la mujer debe reunirse con un asistente social. Tras estas sesiones, la mujer debe esperar una semana antes de someterse a la intervención.
En 2001, se hizo una reforma legal para ampliar el acceso al aborto: se cambió la fecha límite para el aborto sin restricciones en dos semanas más (de 12 a 14) y se retiró la exigencia de autorización paterna para las embarazadas menores. Ahora, las niñas menores deben acudir acompañadas de un adulto de su elección. La educación en Francia es un derecho, por lo tanto es pública y gratuita en todos los niveles.
Y ahora volvámonos hacia Chile, país que pareciera ajeno a lo que ocurre en el mundo. En el no hay ley de aborto – el cual es declarado ilegal en todas sus formas –y también se vive la mayor crisis educacional de la historia debido al total desmantelamiento de la educación pública perpetrado por la dictadura militar, secundada en esto por los últimos gobiernos.
La inmensa mayoría de la población se declara partidaria del aborto terapéutico y también en casos de violación; además, desea una educación pública, gratuita y de calidad en todos sus niveles. Nada de esto se tiene.
El sistema político impide que los chilenos vivan como desearían vivir, y el país, secuestrado por una minoría privilegiada, por políticos adaptados al sistema, por ideólogos militaristas y ultraderechistas y por curas hipócritas y dogmáticos, sigue corriendo detrás del tren e imaginándose que está a las puertas de dejar atrás el subdesarrollo.