“Todo lo que eleva en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo.
¿Qué es lo malo? Todo lo que proviene de la debilidad, los débiles y los fracasados deben perecer…Y hay que ayudarlos a perecer”.
¿El autor y el libro? Federico Nietzsche. “El Anticristo”.
Llegando de un viaje a Castro, donde en la hermosa hostería del mismo nombre, se observan tres esplendorosas araucarias llenas de vida, junto a una antena “para celulares”, llena de fierros y tecnología, leo las críticas hechas al presidente por declarar y apoyar a Belén de once años, violada y embarazada por su padrastro, al proclamar que “quiere mantener su embarazo para tener y cuidar a su futura guagua”.
Inmediatamente fue acusado de representar a “una nación latinoamericana conservadora” en la decisión de avalar lo dicho por Belén, “conservando” el valor de la vida, siempre con los cuidados necesarios psicosociales y biológicos a la futura madre en términos de su alto riesgo y, privilegiando su salud en una situación crítica, por sobre la futura vida del embrión.
¿Por qué someter a Belén a una nueva tragedia dolorosa, como es la de incorporar a su ya traumática historia el recuerdo de un aborto?
Así, además de morir su inocencia e infancia, moriría la esperanza de amar y ser amada por su futuro hijo, o por último entregarlo enadopción.
Moriría su esperanza del amor gratuito como un absoluto, (quizás el primero y el último), donde el ser humano alcanza su plena humanidad.
¿Y Nietzsche?
Lo releí en el avión, y fue imposible no relacionar uno de sus furiosos y tremendos “martillazos filosóficos”, con la posibilidad de realizar el aborto a Belén.
Para él, las demostraciones de debilidad, como el perdón, la bondad y amor por los débiles, especialmente las religiosas cristianas, junto a la búsqueda de la verdad absoluta, eran contrarias a la esencia del hombre.
El cristianismo y Sócrates, originaron la decadencia de lo humano.
Destruyeron su “voluntad de dominio”, llevándolo paradójicamente, a un nihilismo radical.
¡Qué más debilidad para él, que proteger una futura vida naciente, la debilidad encarnada, concebida en la nada instintiva, violentamente y sin amor!
Quizás, eso sí, le habría encontrado algo de “dionisíaco” al acto de violación, como un ejercicio de poder “guerrero”, pero lejos de la “nobleza” de su futuro “superhombre”, que actúa “más allá del bien y el mal”.
Me parece que “lo bueno”, está más cerca de la decisión heroica de Belén, inmadura por su etapa de desarrollo, pero muy “madura”, en su humanidad, demasiado humana, al instalarse en la grieta misma del misterio de lo humano.
El amor y la verdad absoluta, que parecen estar más allá de lo humano.