Cuando se dan campañas como las de Claudio Orrego, el resultado electoral pasa a ser sencillamente un detalle, tanto si se produce una sorpresa, tanto si no se alcanzan a superar las expectativas.
En tal sentido, lo que Orrego ha hecho posee un valor que sólo podrá ser posible dimensionarlo, en la medida que los democratacristianos seamos capaces de abrazar y proyectar el testimonio de alegría, optimismo y esperanza que Orrego derrochó al más puro estilo de nuestros fundadores.
Por tal razón, y como militante DC, hago un llamado a mi partido a desdramatizar el conteo del domingo. No como una necesidad táctica, sino más bien, como una obligación moral ante una nueva oportunidad histórica que se abre bajo el liderazgo excepcional de Claudio Orrego.
Reconocer el liderazgo del otro, es probablemente una de las tareas más complejas cuando lo que está en juego es el poder y más todavía para los democratacristianos, cuyo elenco de líderes extraordinarios sobrepasa con creces a los que puede exhibir cualquier otra fuerza política.
Sin embargo, son estos momentos, los que definen el futuro de los partidos y la grandeza de todos sus líderes.
A horas de que llegue el domingo, sólo cabe sentirnos orgullosos, tranquilos y esperanzados de un partido vivo, alegre y con convicciones.