En unos meses se va producir en Chile algo que ninguno de los rockeros y metaleros de este país habría imaginado jamás. Ni en sus más locos sueños o pesadillas.
Tocarán en la misma semana Black Sabbath, Iron Maiden, Slayer y Megadeth. Probablemente se les una Metallica, con una semana de diferencia. Se trata de las más grandes bandas de rock pesado que quedan funcionando en el mundo.
Black Sabbath, creadores de los más clásicos riffs de heavy metal. Tal vez los creadores del concepto de rock oscuro. Una influencia en todos los grupos de rock pesado. El alma mater de Ozzy Ozbourne y Tony Iommy (quien usaba el tritono o acorde del diablo prohibido por la Inquisición).
Iron Maiden, la primera banda de rock que llenó estadios en todo el mundo, con su mascota demoníaca: la calavera Eddie aterrorizándonos.
Slayer, la banda del chileno Tom Araya, que ha liderado el metal extremo.
Metallica, líder del thrash metal desde los 80. Y Megadeth miembro de los BIG 4, los 4 grandes del metal.
Esto era impensable durante la dictadura militar. Chile estaba enclaustrado entre las leyes de Kennedy y el repudio de la comunidad internacional. Como decía Flor Motuda, nadie lo quería ver, ni lo quería recibir.
Por eso cuando a principios del 1992 se anunció la visita de Iron Maiden a Chile, los fanáticos del rock y del metal, casi enloquecimos. Todos nos frotábamos las manos para ver a un concierto que sólo habíamos podido ver en VHS piratas.
Pero ocurrió lo que nadie esperaba. Satanás y Lagos metieron sus colas y pasó lo que todos sabemos. Iron Maiden visitó Chile y no pudo tocar… ¡porque no había ningún lugar disponible para ellos! Este boicot o censura, generó una unión inquebrantable entre esta banda y el público chileno que ha quedado de manifiesto en todo el material en directo de la banda, el último DVD oficial de la banda es de su concierto en Chile.
Así con la ilustre participación de Satanás, unos meses antes del concierto, comenzó una violentísima campaña de prensa en contra de Iron Maiden. Se decía que eran un grupo satánico que envilecía y envenenaba a la juventud. Esta campaña fue iniciada por un obispo (si no recuerdo mal, el Sr. Prado de Valparaíso) y llegó al gobierno. Como el Presidente Aylwin y la Concertación estaban “a prueba” y rendían exámenes permanentes de buena conducta ante los poderes fácticos que controlaban y siguen controlando al país, se escuchó a esta demencial campaña.
Y es ahí donde apareció Lagos.
Pero no Ricardo, sino otro Lagos. Un particular personaje. Humberto Lagos. Un abogado y psicólogo, se supone experto en sectas satánicas y de las otras, que operaba como asesor religioso del Gobierno. Con la denuncia se le dio mucha publicidad al Sr. Lagos, quien fue paseado como invitado a todos los matinales y programas de la época para hablar de lo demoníaco y malvado que podía ser Iron Maiden.
Cuento corto. El recital debió suspenderse por falta de local. Y tuvo que salir Belisario Velasco a informar al país. Es tal vez una de las más grandes vergüenzas que ha pasado Chile para la prensa internacional en democracia, quedando como un país que aplicaba censura religiosa, prohibiendo o impidiendo que se llevara a cabo un espectáculo cultural que es aplaudido en todo el mundo.
Chile ha aprendido algo de esto.
Más allá de las coincidencias con otros casos. Y más allá de haber visto juntos a Satanás y a Lagos.
En primer lugar, a ninguna autoridad se le ocurriría hoy censurar un espectáculo cultural. Hay más conciencia del respeto a la libertad artística y a la libertad de expresión. A la libertad en general. De hecho, hoy actúan en Chile grupos que sí son satánicos, de verdad. La prensa muestra como en los últimos conciertos de Metallica y de Iron Maiden el 2011, la concurrencia era una masa de más de 50 mil personas, compuestas de padres con sus hijos, maridos y mujeres, jóvenes y viejos, todos unidos por la pasión del rock. Hay más respeto.
Pero ese hecho deja en evidencia otras cosas que no han cambiado. Como el enorme grado de control que ejercen en nuestra sociedad, grupos de presión con ideas retrógradas que siguen oprimiendo a una mayoría que está harta de represión. Llegando incluso a prohibir que se discutan algunos temas de interés social.
Y sobre todo de alguna forma, deja en evidencia que Satanás (ahora sin Lagos, al menos sin Humberto) ha obtenido un triunfo mayor.
Porque ahora no hay represión, ya no es posible o más bien, ya no es necesario.
Ahora han logrado meter todo en las fauces del mercado, incluso el rock más duro. Como un bien de consumo más (como la educación según el Presidente Piñera). Ni siquiera el instrumento de la rebeldía (el viejo y querido Rock and Roll) se ha logrado escapar de las garras del libre mercado y Satanás… porque, si sacas cuentas, ¿cómo comprar entradas para esos 3 conciertos, si no lo haces en cuotas y con crédito? ¿Cómo lo vas a hacer?
Sólo queda levantar tu mano derecha y alzar tu pulgar, el índice y el meñique. Arriba el rock.