En las últimas semanas, a propósito de las discusiones y propuestas frente a las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales, se ha hecho mención en más de una oportunidad al sistema económico conocido como Economía Social de Mercado (ESM).
Lo llamativo de este hecho, radica en que el uso de este concepto ha sido con la no disimulada intención de sostener que en nuestro país funciona tal modelo económico-social, el cual, además, sería parte de la identidad del actual gobierno.
Las declaraciones del Presidente de la República en su último Mensaje al Congreso del 21 de mayo y hace algunos días en la Cena Anual de la Cámara Nacional del Comercio, así como las expresiones de los candidatos Allamand y Longueira en los debates presidenciales por televisión, son una clara ilustración de lo que afirmamos.
Tratándose ciertamente de un tema de interés y dadas las opiniones vertidas, surge como necesario poder entregar otra opinión al respecto.
Pareciera que, o bien hay un preocupante desconocimiento sobre el significado e implicancias de la Economía Social de Mercado, o bien hay una clara tergiversación, cuando no falseamiento de la misma.
Aún más, a nivel de cierta opinión pública, suele darse una confusión y equívoca identificación entre el neoliberalismo y la ESM, bajo el supuesto de que lo medular en ambos sistemas está dado por la omnipresencia del mercado y de la competencia, siendo la equidad y seguridad social meros conceptos residuales, los que “llegarían por añadidura” (léase por “chorreo”).
La Economía Social de Mercado, como ha sido reiteradamente divulgado, se vincula en sus orígenes al economista, sociólogo y político alemán, Alfred Müller Arnack (1901-1978) y su trabajo de 1946 “Wirtschaftslenkung und Markwirtschaft” (Conducción Económica y Economía de Mercado).
Asimismo, la exitosa implementación de dicha política, que dio lugar al denominado “milagro alemán” de post-guerra, tiene como uno de sus principales protagonistas en el economista y ministro de Economía Ludwig Erhard (1897-1977), en plena era de Konrad Adenauer (Jefe de Gobierno de la entonces República Federal Alemana, entre 1949 y 1963).
Ahora bien, la pregunta que necesariamente hay que hacerse es en qué medida nuestro sistema económico-social muestra algunas de las características y elementos que son inherentes e imprescindibles para poder sostener que en Chile funciona una ESM.
Al respecto, afirmamos que nuestro país se encuentra muy lejos de tener una Economía Social de Mercado, a pesar de los importantes logros sociales en el período de reconstrucción democrática. Desafortunadamente, Chile también ha evidenciado la sintomatología mundial de la globalización neo-liberal, en la que la fatal fórmula capital más poder, han derivado en una economía que, en lo fundamental, está librada a su propia lógica: la ley del mercado y la obtención de máxima ganancia.
Concretamente y con miras a fundar nuestra afirmación, se puede apreciar que, a lo menos, siete de los componentes y rasgos más definitorios de la ESM, claramente no se dan en la actual realidad de nuestro país.
1- La justicia social debe estar plenamente armonizada con el crecimiento económico.Como lo dice Müller Arnack en una de sus primeras definiciones de su libro ya citado, el componente esencial de la ESM es la combinación del principio de la libertad de mercado con el principio de equidad social.
2- La ESM supone que las fuerzas de mercado, junto al Estado y a los actores sociales, construyan un orden económico humano, justo y eficiente, en cuyo centro está la persona.
3- Si bien se reconoce el mercado como mecanismo esencial de asignación de recursos, se define un rol del Estado con el imperativo de intervenir en cualquier ámbito donde tenga lugar un menoscabo de derechos sociales fundamentales. Ello implica el contar con atribuciones para restringir, corregir y contrapesar todos los excesos del mercado.
4- La empresa es entendida como una comunidad con participación significativa de sus miembros en la gestión y en las ganancias. La ley de Cogestión en Alemania, si bien ha tenido cambios debido a las nuevas condiciones de la globalización y a otras alteraciones previstas para la minería alemana, muestra en la industria del carbón y el acero una tradición de más de 30 años. En la década actual, la co-gestión se ha extendido a empresas con 2 mil o más trabajadores, bajo la modalidad “co-gestión paritaria”. Según ésta, los patrones y trabajadores cuentan con igual número de representantes en los consejos de administración empresarial.
5- El sistema laboral alemán desde la génesis de la ESM ha implementado un método de negociaciones colectivas por ramas y/o regiones, así como a nivel de empresas. Este sistema fue clave en la crisis internacional del 2008 para garantizar los empleos y acordar con los empresarios ajustes salariales y otros.
6- La economía social de mercado tiene niveles de gasto público sobre el 40%.
7- Las tributaciones equivalen a más del 35% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que se expresa en una disminución de las desigualdades después de impuesto en torno al 30% (en Chile es en torno al 5%).
Me parece que no es necesario agregar más consideraciones y que los hechos hablan por sí solos.