El nuevo impasse de la ministra Evelyn Matthei, más allá del chilenismo como lo explicaría la vocera de Gobierno, es la demostración de una forma particular de llevar adelante la forma de hacer política de la Alianza, la que sin equivocarme tildaría de déspota.
No es casual que nuevamente, la titular de Trabajo reaccione de esta manera cuando no se aprueba una iniciativa por parte del Congreso, haciendo uso de las herramientas legislativas que tenemos todos los parlamentarios.
Los medios de comunicación, tras la salida de madre de la ministra, han recogido los distintos encontrones que las autoridades del Gobierno han tenido con la oposición, lo que deja en evidencia la particular manera de hacer política por parte del oficialismo: o estás con nosotros o te atacamos con todo.
Cada vez que el Gobierno no logra avanzar con una iniciativa en el Congreso o sufren un revés político, de inmediato aparecen las críticas e incluso amenazas de “guerra” o del tipo “cuando se pida ayuda nunca más” y que se suman a las ya clásicas acusaciones de “oposición obstruccionista”, que “no quiere legislar”, pero que extrañamente choca con anuncios como los hechos por el ministro Cristian Larroulet que dijo esta semana que este Gobierno, probablemente, alcance un 80% de cumplimiento legislativo.
¿Es posible alcanzar dicho porcentaje con una oposición “que no piensa en el país”?
Ad portas de la última Cuenta Pública del Presidente Piñera a la nación, es de esperar que las criticas destempladas y amenazas de guerra, dejen espacio al respeto de las distintas opiniones y visiones políticas, algo que este Gobierno no ha practicado.