He sido y sigo siendo partidario de que haya un sistema de primarias para la selección de candidatos a cargos de elección popular. El año 2000, cuando competí por la conducción de la Democracia Cristiana este fue uno de los argumentos esgrimidos para levantar una propuesta casi testimonial, que sin embargo obtuvo una votación significativa.
La lógica de las primarias es democratizar las decisiones de los partidos: así lo ha entendido mi partido, el Demócrata Cristiano, al definir sus candidaturas a cargos de elección popular por ese mecanismo. Lo hizo para los alcaldes, para definir a su candidato presidencial Claudio Orrego y para definir sus candidatos al parlamento.
Cuando la Democracia Cristiana realizó cada una de esas primarias no había una ley ni un apoyo estatal para su realización, y los miles de participantes en dichos procesos dieron razón al mecanismo.
Hoy aprovechando la legislación y el apoyo estatal, y siguiendo el ejemplo de la DC, solo RN hará primarias parlamentarias de su partido. Es importante destacar tanto la actitud como la limitación: serán para elegir los candidatos de RN, no de la Alianza de derecha ni de la coalición del gobierno, esto sobre la base que RN llevará un solo candidato en esos lugares y tiene más de un postulante. Es fácil de resolver ya que el otro candidato será propuesto a la ciudadanía por la UDI.
La Concertación es una coalición con más de un partido y para poder realizar primarias parlamentarias bajo el sistema binominal que nos rige, tendría que haber negociado, como lo hicieron RN y la UDI, qué partidos competirían en cada distrito o circunscripción, cosa aún más difícil de conseguir si se considera que la coalición Nueva Mayoría que sustenta las primarias presidenciales es respaldada por otros tres partidos o movimientos.
El problema del discurso relativo a las primarias, y al fracaso de la “Nueva Mayoría” para implementarlas en la selección de sus candidatos al parlamento mediante el mecanismo legal, se debe a que algunos las entienden como solución al sistema binominal, lo que no es así.
Las primarias no resuelven los problemas de representación que genera el sistema electoral heredado de la dictadura y que la derecha no ha aceptado cambiar.
Otros las ven como una sustitución a la existencia de los partidos políticos como organizaciones voluntarias, lo que tampoco son, ya que el sentido de las primarias es definir un candidato que represente a un partido, aún cuando el candidato sea independiente.
El problema se presenta a las coaliciones amplias cuando los cargos son sólo dos, ya que ello obliga siempre a negociaciones entre los partidos.
Hay dos ejemplos absurdos para graficar esto: el primero es que en la primaria se presenten solo candidatos de un partido, el segundo es que se obligue a todos los partidos a presentar candidatos en todos los lugares. En estos dos casos podría ocurrir que todos los candidatos fueran de un partido, ¿sería lógico?
Deseo con toda mi fuerza que la coalición que apoyo resuelva realizar primarias parlamentarias, pero no me haré parte del coro de críticas a los dirigentes de los partidos que deben resolver la cuadratura del círculo a causa del sistema binominal.Lamento que algunos caigan en el discurso fácil de la antipolítica, tan en boga y tan neoliberal, y renuncien o quieran renunciar.
Yo soy partidario, como pidió Orrego, de dar tiempo a los partidos para cuadrar el círculo y posibilitar la participación más amplia posible en la elección de los candidatos de cada partido.
Otra cosa diferente sería si, como soy partidario, las primarias fueran obligatorias para los partidos, o las coaliciones en su caso, lo que fijaría reglas del juego previas de total transparencia a las que todos se debieran someter, pero lamentablemente aún no hay la madurez para ello.