En las últimas semanas se ha visto cómo el Gobierno ha mostrado su desesperación al criticar a la ex Presidenta Bachelet, como si la crítica a todo evento fuera el último recurso que le permita a su sector mantenerse en el poder, cada vez más esquivo para sus representantes y para el propio Presidente.
Esta vez, la estrategia de denostación se realizó a través de las Ministras, quienes apelando a una igualdad de género sin mucho contenido ni convicción, argumentaron que haber tenido una Presidenta mujer no sirvió para que se incluyeran más mujeres en política, ni para que el género avanzara en sus más sentidas demandas. Las críticas no sólo fueron infundadas sino que, además, superficiales.
El tema de fondo de las mujeres en Chile (y en el mundo) no sólo se resume a la cuenta de Concejalas, Diputadas, Senadoras y Ministras electas o en ejercicio, apelando por este expediente a leyes de cuota u otros incentivos a la participación.
El número de representantes mujeres democráticamente electas no aumentará sólo por decisiones administrativas; la primera preocupación debe ser aumentar la participación laboral de las mujeres, asegurar la igualdad en el ámbito de las remuneraciones, aumentar el acceso a salas cunas y jardines infantiles, extender el acceso a salud preventiva y reproductiva, disminuir la tasa de embarazo adolescente, disminuir la tasa de abortos clandestinos.
Las Ministras y el Gobierno se equivocan en criticar a la ex Presidenta; nunca antes como en su Gobierno hubo más beneficios para las mujeres, partiendo de la simple ecuación de poder contar con educación pre escolar garantizada para poder salir a trabajar.
Por otra parte, el “bono marzo” se justifica porque hay suficiente dinero en las arcas fiscales que permiten dar esta ayuda a la clase media.En un país tan desigual como Chile, los bonos buscan equilibrar la balanza, es cierto, pero cualquier bono, a 8 meses de una elección, huele a clientelismo.
Otorgar un beneficio de esta naturaleza al inicio de un ciclo electoral más bien parece buscar revertir la impopularidad del Presidente y su Gobierno que, dicho sea de paso, está muy lejos de alcanzar el 72% de adhesión que aún hoy mantiene la ex Presidenta Bachelet. Todo indica, por lo demás, que será difícil que Piñera abandone La Moneda con una cifra muy diferente a la que hoy obtiene en cualquier medición de aprobación ciudadana.
No se trata de hacer una defensa ciega del Gobierno de la ex Presidenta: sin lugar a dudas las expectativas ciudadanas sobre su regreso y su eventual Presidencia, hacen que la responsabilidad, orden y compromiso político deba ser aún mayor.También requerirá una nueva forma de hacer política, más ciudadana, menos soberbia y más en sintonía con los sueños, anhelos y expectativas de los ciudadanos.