Un desarrollo democrático, con más integración social, requiere sin duda, valorar y potenciar el rol de las mujeres en la sociedad. Pero no con palabras, sino con hechos y ejemplos.
No sólo debe aumentarse su participación laboral y destacar el mayor número de empleos femeninos o un pos natal de 5 meses y días, como lo hace la administración derechista. Lo que impulsamos, desde la Democracia Cristiana, es un conjunto de nuevas políticas públicas que apunten, con efectividad, a solucionar la cadena de trabas y obstáculos que hoy tienen a las mujeres en una injusta posición, en desmedro de sus talentos y de su innegable rol para avanzar hacia un Chile más justo, un Chile nuevo.
Y comencemos por el preocupante aumento de la brecha salarial, lo que revela que los nuevos empleos ocupados por las mujeres son con bajos salarios; incluso la brecha ha aumentado en empleos con título universitario ya que las mujeres profesionales reciben como ingreso sólo un 63,6% de lo que ganan en promedio los hombres con estudios equivalentes .
Los nuevos empleos ocupados por las mujeres –de lo cual se vanagloria el gobierno- no están significando mejores ingresos, ni menos disminuir las diferencias de remuneraciones como lo revelan informes oficiales. Un tema que ya no se sostiene y donde la ley debe ser categórica y absolutamente fiscalizable.
Por otra parte, es urgente impulsar políticas pro-mujer para mejorar la calidad de la inserción laboral de las mujeres en el mercado del trabajo, mediante programas masivos de capacitación laboral tanto en componentes técnicos –que complementen una deficiente educación en el caso de las mujeres de clase media y de sectores vulnerables- como en aspectos de habilidades laborales blandas: autoestima, trabajo en equipo, comunicación por nombrar algunos temas.
Eso implica reformar el actual sistema de capacitación laboral que privilegia a quienes están en las grandes empresas y no a la fuerza laboral que se encuentra en las Pymes, ni a las mujeres que están discriminadas salarialmente.
En el ámbito político, nuestras cifras son vergonzosas. Existe una clara sub-representación política de las mujeres, ya que sólo hay un 13% de parlamentarias, 12% de alcaldesas y apenas 24% de concejalas. La democracia requiere más participación y protagonismo de las mujeres.
Por lo anterior, las reformas políticas que impulsaremos apuntarán a modificar el binominal y a fomentar una mayor y efectiva participación política de las mujeres.
En materia social, en el futuro debemos reforzar las políticas públicas que apunten a disminuir la violencia intrafamiliar contra las mujeres y abordar la modificación legal del Código del Trabajo (artículo 203) que permita que existan salas cunas en las pequeñas empresas con un financiamiento solidario que efectivamente permita armonizar la inserción laboral con la maternidad.
Hay muchas tareas que realizar para que haya un efectivo reconocimiento a los derechos de las mujeres en la sociedad chilena y por eso, nos comprometemos –si encabezamos una nueva DC- a impulsar una Agenda Pro Mujer que asegure mayor participación política, impulsar políticas que disminuyan las actuales brechas salariales y un mayor respeto a los derechos básicos de las mujeres.