Hay palabras que se gastan y promesas que de tanto decirlas pierden su valor intrínseco. Ocurre ello con muchas de las frases que normalmente escuchamos en torno a la mujer. Que se requiere una agenda, que la igualdad de género, en fin. La verdad es que estoy seguro que las mujeres, en lugar de ofertas, merecen acciones concretas de reconocimiento y valoración.
Y no es porque sean mujeres, sino por lo que ello implica, especialmente a la hora de decidir, implementar y ejecutar. Cuando se es capaz de mirar un poco más allá, de empatizar con el otro y descubrir soluciones fuera de los límites y estructuras habituales.Entonces, estamos hablando de avanzar sin fronteras, algo que para las mujeres es natural, como también lo es una manera distinta de relacionarse con el poder, agregando la vocación de servicio, pero real.
Hoy, este es mi reconocimiento y compromiso para apoyar con entusiasmo y celeridad aquellas iniciativas que permitan una mayor y real participación de la mujer en el desarrollo de Chile.
Cuesta entender por qué aún seguimos en un mundo mayoritariamente masculino a la hora de analizar los cargos de representación popular, los cargos de jefatura e incluso en lo que respecta a las inaceptables brechas salariales.
Un desarrollo democrático con más integración social requiere valorar y potenciar el rol de las mujeres en la sociedad, pero con muestras reales y comenzando por el día a día.
Al respecto, se ha dicho que ha aumentado la empleabilidad de las mujeres, pero lo que no se dice es que esto ha sido con salarios mínimos y que persiste la injusta y odiosa diferencia entre sueldos pagados a hombres y mujeres por una misma función.
De hecho, las mujeres con título universitario reciben como ingreso sólo un 63,6% de lo que ganan en promedio los hombres con equivalentes estudios.
Y si de participación política habláramos, la verdad es que Chile se encuentra en los últimos lugares de los rankings sobre igualdad de género de América Latina y la OCDE, contando, por ejemplo, con un escaso 13,9 % de participación femenina en cargos parlamentarios, un 12,7% de alcaldesas y un 24,9% de concejalas.
Se ha informado de un proyecto que establecería incentivos económicos a los partidos si aumentan o aseguran la participación de determinado porcentaje de mujeres en sus cargos y candidaturas. Pero, ¿bastará sólo con aquello?
Hay países en el mundo que han llegado a establecer sanciones económicas a las colectividades que no consideren la igualdad de género. Pero, sin duda, los cambios deben ir acompañados de compromisos colectivos, de reconocimientos culturales, de una nueva forma de relacionarnos.De no callar frente a estas diferencias que persisten y que deben ser denunciadas.
La invitación, por lo tanto, es a comenzar por el reconocimiento explícito y real del enorme aporte de las mujeres en el día a día, en los diversos roles que desarrollan, muchas veces con multiplicidad de funciones.
De hecho, la última encuesta Casen señaló que la participación de las mujeres como jefas de hogar ha aumentado sistemática y permanentemente. El año 2003 era un 26% y, en el año 2011 un 39% de los hogares chilenos tienen a una mujer como jefa de hogar.
Al conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, no hay espacio para ofertas, insisto, sólo para un compromiso colectivo y sincero para despejar el camino y asegurar nuevos tiempos de mayor participación a las mujeres, aquéllas que han traspaso las fronteras, con su mirada, sus acciones y propuestas cotidianas.