Si las instrucciones al periodista de la sección política de la Tercera fueron que entrevistara a Claudio Orrego y Andrés Velasco de manera tal de hacerlos pelear, el objetivo se cumplió con creces en la edición del sábado 23 de febrero de ese diario.
Los periodistas se limitan a hacer su tarea por supuesto, sobre la base de la línea editorial fijada por sus jefes; el problema se les plantea a los líderes políticos que se dejan arrastrar por las tretas periodísticas y caen en el terreno de las descalificaciones personales.
Es la primera vez que Orrego y Velasco intercambian fuertes epítetos, lo que hace pensar que la campaña para la primaria opositora podría realizarse en un clima de crispación.
El ex alcalde de Peñalolén afirmó que “a diferencia de Velasco, yo no giro en torno a Bachelet”, en tanto que el ex ministro de Hacienda sostuvo que “Orrego representa a la dirigencia partidista conservadora”. Orrego se preguntó si Velasco podrá diferenciarse de Golborne y Allamand, “que son igual de liberales en lo económico”, mientras que Velasco dijo que Orrego busca “devolverles protagonismo a esos políticos tradicionales que se las dan de centristas”. Orrego criticó a Velasco por ser “medio populistoide al criticar la política y presentarse como el gran independiente”, en tanto que Velasco le reprochó a Orrego el tener detrás “una maquinaria partidista”. Demasiado desde luego.
Al final, suma cero. Ninguno podría decir que obtuvo ganancias de ese choque.
Orrego y Velasco son dos figuras respetables de la centroizquierda y están realizando un esfuerzo político meritorio en un contexto en el que las encuestas podrían desalentar a cualquiera de competir con la ex Presidenta Bachelet. No son recién llegados y no necesitan crecer mediante el recurso de achicar al competidor.
Ya han demostrado sus cualidades en las funciones públicas que les ha tocado desempeñar. Pues bien, no tienen mucho que ganar si creen que deben tratar mal a los otros candidatos para mejorar su propia posición.
Es evidente que Orrego y Velasco están disputando un mismo espacio electoral. Eso no tiene nada de objetable. Algunos observadores sostienen incluso que el objetivo inmediato es aparecer en segundo lugar entre los presidenciables opositores en la próxima encuesta CEP. Es comprensible. La competencia le hace bien a la política.Lo que despierta aprensiones es que se imponga en la primaria opositora un estilo de camorra que deje heridas que después cueste mucho cerrar.
Se requieren debates de fondo sobre el rumbo de Chile, sobre la salud, la educación, la energía, la previsión, el medio ambiente, las reformas políticas, etc. Es perfectamente válido, como plantea Orrego, que la centroizquierda necesita liberarse de los complejos que le impiden hablar de tópicos como la lucha contra la delincuencia, y es válido también, como plantea Velasco, que se requiere una posición clara respecto de la posibilidad de legislar sobre el matrimonio homosexual. Para entrar en esos y otros debates, ellos no necesitan inhabilitar al competidor, basta con que aporten argumentos sólidos para que los ciudadanos saquen sus propias conclusiones.
Los presidenciables opositores no cosecharán apoyo por la vía de golpear a quienes se supone que serán sus aliados en un próximo gobierno.No se trata de eludir las polémicas, sino de encauzarlas de un modo que, en lo posible, prestigie la actividad política.
Por cierto que agravaría las cosas la eventualidad de que, a partir de marzo, los asesores les recomienden a Orrego y Velasco que hagan todo lo posible por convertirse en “el retador principal” de Michelle Bachelet.
Puede ser un pésimo consejo si se traduce en una actitud beligerante, que los muestre excesivamente ansiosos por ganar algunos puntos, lo que incluso podría volvérseles en contra. En realidad, la mejor forma de presentarse ante los ciudadanos es que expongan las ideas-fuerza que los animan, los valores que defienden y su visión de las tareas nacionales de los próximos años.
Lo mejor para los participantes en la primaria opositora es que actúen como si estuvieran ante la elección presidencial de noviembre. O sea, tienen que hablarle a Chile. Necesitan comunicarse con quienes no tienen compromiso político, en particular los 5 millones de nuevos inscritos.
Es una tarea compleja, que les exige rechazar los pleitos de élite y, sobre todo, actuar con sentido de Estado.
Es posible que la primaria opositora del 30 de junio concite una gran participación, mayor desde luego que la primaria del oficialismo.
Tal como están las cosas, lo más probable es que el próximo Presidente(a) de la República salga de la primaria opositora. Mayor razón para asegurar una campaña de altura, constructiva, sin odiosidades, que le demuestre al país que la centroizquierda merece volver a gobernar.