Los recursos del mar han sido depredados por los actores del negocio. La baja en la cantidad de jurel, merluza, congrio, anchoveta y/o sardina común a disposición del mercado son la señal más tangibles de que la “captura de los recursos hidrobiológicos” ha sido regida por una práctica que no se ajusta a los patrones de sustentabilidad que en su momento buscó la “ley corta” del 2002. Si bien la Ley que ha sido aprobada -y que ha entrado al Tribunal Constitucional- tiene entre sus objetivos mejorar los niveles de sustentabilidad del sector, está por verse si efectivamente se cumple este elemento básico para el desarrollo de la pesca en Chile.
Tres son los factores que explican la depredación de los recursos del mar: 1) una política pública que entrega al mercado el uso y abuso de los recursos naturales; 2) la baja capacidad fiscalizadora del Estado; y 3) la baja conciencia “ambiental” de los propios actores del mar que reconocen en privado que muchas veces han sacado más de lo que les corresponde.
La pesca nacional es un sector en el que se observa de modo “brutal” la explotación no sustentable del recurso. Al analizar las cifras en el mediano y largo plazo vemos como los recursos pesqueros han sido sometidos a una fuerte sobreexplotación. En los cuarenta se capturaba en torno a las 60 mil toneladas anuales; a mediados de los noventa se llegó al peak de 8 millones de toneladas; en el 2009 se llegaba a 4.5 millones de toneladas y en el 2010 a 3.7 millones de toneladas. Las cifras muestran como ha operado la depredación del recurso.
El fuerte aumento de las capturas pesqueras comienza a mediados de los sesenta e intensifica desde mediados de los setenta con la implementación de la revolución neoliberal. Desde es fecha hasta los noventa las capturas aumentan de manera significativa en el contexto de la modernización, industrialización y liberalización del mar. Desde el noventa, hay una tendencia a la profundización de lo que venía ocurriendo.
En las décadas del ’40, del 50’ y del 60’ se capturaron recursos por 407 mil, 1.6 millones y nueve millones de toneladas respectivamente. En 20 años –entre 1940 y 1959- las capturas sólo llegan a dos millones de toneladas.
Luego, en 30 años -entre 1940 y 1969- la captura de los recursos del mar llegó a 11 millones de toneladas.Hoy, esa cifra se hace en tres años; y en algunas ocasiones se ha logrado en un año y medio.
Entre esa fecha y 1973 se llega a una pesca de 10 millones de toneladas; el doble, de lo que se captura en 23 años -entre 1941 y 1964-. Entre 1941 y 1973 las capturas llegaron a 15 millones de toneladas. Esa cifra, hasta el 2008 se obtenía en tres años de pesca. Si eso, no es sobre explotación, ¿qué es?
Desde mediados de los setenta el asunto nuevamente muestra un alza sostenida y profunda. De hecho, entre 1974 y 1979 se logró una captura de 9.2 millones de toneladas y entre 1979 y 1989 de 40 millones.
Durante la fase del pinochetismo se capturaron 50 millones de toneladas.
En los gobiernos de la concertación entre 1990 y 2010 la captura global llega a 118.000.000 de toneladas.El peak fue entre el ’94 y el ’97 con una captura promedio de 7.5 millones de toneladas. Los años dorados de la pesquería nacional. Desde entonces, comienza una sostenida baja en las capturas para llegar a los 3.7 millones del 2010.
Por tanto,la actual crisis de la pesca manifestada en la tendencia sostenida a la baja en las capturas pesqueras particulares –jurel, merluza, etc.- se explica, fundamentalmente, por la sobre explotación de los recursos del mar a corto, mediano y largo plazo.
Entre 1941 y el 2010 se capturaron 182.5 millones de toneladas. De ese total, el 91,6% se genera desde mediados de los setenta. Durante los gobiernos de la concertación democrática no sólo se capturó el 70 por ciento de ese total, sino también se capturó el 64 por ciento de todo lo pescado en el país en los últimos setenta años.
La expansión y modernización del sector se manifestó desde mediados de los setenta en el aumento de la pesca para producir harina y aceite de pescado, en la expansión de los productos congelados, en el desarrollo de la acuicultura y en el aumento de las exportaciones. La presión que ese modelo ejerce sobre los recursos del mar estimula y genera un desarrollo no sustentable del sector.
Es de esperar que la nueva normativa cumpla su objetivo de sustentabilidad. Está por verse. No olvidemos, que la crisis del sector pesquero no sólo es un problema de sustentabilidad.