En esta época del año, miles de adolescentes parten a sus tan merecidas vacaciones. Algunos sin duda se van con una sensación de nostalgia porque durante tres meses dejarán de ver a sus grandes amigos o al chico o chica que les gusta. Otros, en cambio, salen esperanzados sintiendo que al menos por unos meses dejarán de ser víctimas de bromas recurrentes, malos tratos, humillaciones y discriminación al interior de su escuela.
Esta vez no hablaremos del bullying que sufren los escolares chilenos por parte de sus pares, sino de aquel que se produce por parte de quienes tienen a su cargo la labor de educarlos, formarlos y brindarles protección frente a este tipo de situaciones: los profesores.
Un claro ejemplo de esto nos brindó el reciente discurso del joven egresado del Instituto Nacional Benjamín González, quien señaló en su ceremonia de licenciatura de este año que “todos hemos sido testigos de horrorosas frases estilo: ‘corran como hombres, no como maricones’, ‘asuman sus consecuencias como machitos’, ‘al colegio se viene solamente a estudiar’ o ‘dejen la población en la casa’…Asimismo, señaló ser testigo de tratos abiertamente homofóbicos por parte de profesores hacia compañeros homosexuales, escuchado frases de profesores hacia sus alumnos, tales como: “este colegio por gente como ustedes está como está, váyanse” y en la misma línea, ha sido testigo de profesores pegándole a compañeros.
La literatura especializada señala que los y las docentes son esenciales para obtener una respuesta eficaz frente al bullying homofóbico, debido a que son personas adultas con las cuales los estudiantes debaten los temas de su interés, pueden ser modelos de conducta y consejeros, y son promotores de la inclusión cuando enfrentan cualquier forma de discriminación.
Sin embargo, como seres sociales, se encuentran inmersos en la misma cultura discriminadora y pueden ser permeables a importantes prejuicios acerca de la diversidad sexual que los pueden llevar a actuar como testigos del bullying homofófico, ocultando estas situaciones o no interviniendo, o derechamente ser victimarios cuando utilizan insultos, agresiones o expresiones con contenido sexista para interactuar con el estudiantado.
Los insultos homofóbicos y transfóbicos tienen la particularidad de que no solo quedan en el ámbito educativo, sino que se van a nuestras casas, a nuestro barrio, nos acompañan a nuestras vacaciones, nos esperarán en nuestros hogares y siguen ahí cuando regresemos en marzo a otro año escolar. La homofobia, la discriminación y la intolerancia no salen de vacaciones, no descansan ni se agotan con el tiempo.
Es importante destacar que esto no implica que todos los maestros sean discriminadores.Sabemos que muchos de ellos se encargan día a día de educar a sus alumnos en la diversidad y el respeto por sus compañeros, y que son los más férreos defensores de los alumnos que sufren bullying en la escuela o en sus casas.Ellos, muchas veces anónimos o desconocidos para la sociedad son el ejemplo a seguir. Y esperamos que se multipliquen porque, al fin de cuentas, la creación de un buen ambiente escolar tiene que ver con la calidad en la educación.
El proceso de la adolescencia es una de las etapas de la vida más enriquecedoras para la formación de una persona, es la más intensa fase de relaciones humanas, es el período en el que nos formamos como seres sociales y poco a poco como ciudadanos. Por esa misma intensidad, es el período en el que se torna más relevante la aceptación social y el sentido de pertenencia.
Un estudio en varios países de América Latina indica que alrededor del 10% de las personas encuestadas señaló que el bullying convirtió sus vidas en “difíciles y tristes”, un 25% dijo que la experiencia los volvió personas “inseguras”; casi un 15% de los y las jóvenes chilenos encuestados consideró el suicidio (UPCH/PAHO, 2011)
Ser rechazados y ser constantemente denigrados por situaciones intrínsecas a nuestra persona (identidad de género, orientación sexual, condición de salud, etc.) es equivalente a sentir la más absoluta desesperanza y soledad. Es por esto necesario y fundamental que las políticas educativas atiendan este fenómeno en forma urgente, diseñando estrategias de escuela segura para todos los niños/as y adolescentes que ahí permanecen.
La no-intervención en situaciones de bullying homofóbico a menudo se relaciona con las dificultades que muchos docentes experimentan para hablar de sexualidad en general y de diversidad sexual en particular, especialmente en sociedades como la nuestra en donde el tema sigue produciendo grandes desencuentros. La formación docente, por ello, necesita abordar el tema de la diversidad sexual.
Esperemos que este 2013, cuando miles de adolescentes regresen a sus establecimientos educacionales,encuentren un entorno más amigable y solidario con la diversidad en donde la violencia y la discriminación no tan solo se hayan ido de vacaciones, sino se hayan ido para siempre.