Lo que más sorprende del triunfo de la oposición son Santiago, Providencia y Ñuñoa.Carolina Tohá, Josefa Errázuriz y Maya Fernández Allende, tres mujeres, cada una en su estilo, implementaron campañas políticas que terminaron por desalojar a los machos más recios y representativos de la derecha. Todos fogueados alcaldes, que manejaban un eficiente aparato municipal y que anticiparon apoteósicos triunfos.
En términos generales, tampoco es un gran triunfo ni una magna derrota. El número de habitantes de los municipios gobernados por la Concertación más el PC, no alcanzan el 50% de los habitantes del país. Lo que naturalmente impide el regocijo y solo alcanza para una satisfacción moderada por la incógnita de la estruendosa abstención, a la que se acogió el 60% de la población electora.
Al interior de los conglomerados tampoco hay mucha novedad. La UDI está 2% arriba de RN. La DC y el PS se ratificaron como los principales partidos opositores, estableciendo más de un 5% de distancia con el bloque de izquierda propugnado por el PPD, PRSD y el PC.
El oficialismo está todavía ensombrecido por el impacto mediático que generó el triunfo de las ahora llamadas “chicas superpoderosas”. La Moneda solo atinó a anunciar el esperado cambio de gabinete, antes que el presidente se ausente del país. Los presidenciables de la derecha están divididos por las diferentes estrategias que siguieron en la campaña, a lo que suman el desacuerdo por la fecha en que ambos abandonarían el gobierno.
Para la Concertación, la convocatoria a primarias para elegir candidatos ha sido una buena idea y en la práctica ha funcionado. Desde el inicio se postulaba que esto implicaría más democracia y es lo que ha sucedido en las comunas emblemáticas, que tanto resiente el oficialismo. La idea de una mayor participación social en los procesos políticos es lo que está en el centro del nuevo mensaje progresista que encarnan estos resonados triunfos.
Por esto la abstención es lo que más incomoda en la victoria. Se han adelantado algunos a afirmar que es un rechazo al sistema político, a la clase política actual, al conformismo o a la impotencia. Lo más probable es que sea una suma de factores, cuyo eje gira en torno a la escasa convocatoria que tiene -hoy por hoy- la democracia a nivel local. Con todo, se ha dibujado un nuevo mapa político que para la Concertación y sus aliados significa una base de sustentación más sólida de cara a las elecciones del próximo año.
Quizá lo más significativo de las municipales 2012 sea el “rebrote” de una nueva centro-izquierda, que consiguió movilizar a los ciudadanos interesados en los temas públicos y con ganas de participar en las decisiones que les afectan a través de los gobiernos locales.
A fin de cuentas, las nuevas alcaldesas mencionadas buscaron y lograron el involucramiento ciudadano en la elaboración de sus propuestas de gobierno. Al parecer de eso se trata el futuro político del país.
Sin embargo, demasiada gente ha optado por abandonar sus responsabilidades ciudadanas y los dirigentes políticos no pueden dejar de atender las razones subyacentes que motivan esta mayoritaria desafección por el destino de los asuntos comunales.
Después de todo, ellos son responsables de haber legalizados estas conductas y las han convertido en gestos democráticos de rechazo o indiferencia a los gobiernos locales.
Chile no es una democracia ejemplar. En la región nos admiran por nuestra transición pacífica y el crecimiento económico. Pero no por nuestras instituciones políticas, que tienen un carácter autoritario y excluyente, y que son fruto de un consenso artificial. Los ciudadanos han estado ausentes de la construcción de las mismas -un rasgo impropio de una democracia moderna- y desde el 2011 hay un malestar social al respecto, que comenzó por la educación.
La abstención en la jornada electoral pasada tiene su origen en el paulatino alejamiento de las personas de la actividad política, el desprestigio de la propia actividad y sus operadores, y la falta de narrativas que puedan hacer reflexionar a los ciudadanos sobre la importancia que tiene para sus propias vidas las elecciones de la autoridades tanto a nivel local, regional y nacional.
No tenemos otra forma de cambiar las cosas que no sea en una democracia participativa, ilustrada y exigente como pedían los estudiantes.
Aunque, como quedó demostrado en esta jornada municipal, lo más importante en la democracia es que los ciudadanos voten. Y que algunas triunfen contra todo pronóstico.Desde antaño el fenómeno se conoce como vox populi.