Antes de lo ocurrido recientemente en la Posta Central, éste establecimiento ya había sido noticia por una crisis de infecciones intra hospitalaria, a causa de una bacteria que habita en los hospitales y que afectó a muchos pacientes, incluso con la sospecha de que podría haber sido la causa de la muerte de varios de ellos.
Entonces el subsecretario de Redes Asistenciales declaró que todo se estudiaría por un equipo especializado de su dependencia y el ministro de Salud aseguró que había entendido que no podía tomar vacaciones. Finalmente el Instituto de Salud Pública señaló que se trató de una especie bacteriana especialmente virulenta. Pero para quienes conocen el sector fue evidente la falta de respuestas adecuadas al episodio comentado.
Ahora, la Posta Central de nuevo está en la noticia. Primero por esperas para los pacientes de más de 20 horas, luego declaraciones de la autoridades evidenciando falta completa de efectividad en la tarea de atender la demanda de estas fechas y últimamente, por la destitución de su Director, el Dr. Emilio Villalón.
La prensa también entrevistó al Dr. Leonardo Ristori destacado comunicador médico cirujano y ex Director de la Asistencia Pública. Y él dijo que entendía, de acuerdo a su experiencia y los antecedentes que se conocían, que el problema de la Posta Central era el trabajo en equipo y de redes del Hospital de Urgencia.
Simultáneamente, también se conoció la noticia de que un paciente, que había sido atendido en la Posta y luego, enviado al CRS de Maipú, desde donde se extravió, hasta que finalmente fue encontrado en el propio CRS de Maipú.
La reiteración de informaciones sobre este Hospital debe llamar la atención, ya que se trata de un establecimiento muy importante, por lo mismo creo necesario revisar los antecedentes y hacer juicio acerca de lo ocurrido.
En mi opinión, reconociendo que existe una situación de demanda de pacientes adultos que no tiene una buena atención preventiva, ni adecuada protección de su salud y que por eso llega a los centros asistenciales de urgencia en muy malas condiciones, en grandes cantidades y atocha los servicios de urgencia de adultos, como ocurre en el Hospital San José, el Hospital Salvador, el Sótero del Río, el San Borja, Barros Luco, el Pino y el San Juan de Dios.
Pero lo que ha mostrado la Posta Central de manera adicional en estos hechos es un déficit en la gestión del hospital y de su relación con el resto de los establecimientos de red asistencial, la atención primaria municipal de Santiago, Cerrillos, Estación Central y Maipú, el Hospital San Borja-Arriarán, el Centro de Referencia de Salud de Maipú y sus convenios con clínicas privadas para derivar cuando su demanda la sobrepasara.
En gestión del hospital, la crisis de la bacteria intra hospitalaria demuestra que al menos en la dimensión de gestión clínica, relacionada con el control de la infecciones intra hospitalarias o de la infecciones asociadas a la atención de salud, no había en funcionamiento un comité capaz de asesorar a la Dirección en estas materias.
Por eso, cuando la noticia se divulga, el Hospital no puede responder preguntas básicas sobre el estudio de cualquier brote epidémico: Por ejemplo, cómo se definieron los casos, cuántos existieron, cuál fue el caso primario, cuál la tasa de ataque, cuáles fueron los casos que se complicaron, porqué ocurrió y cuáles fueron las medidas tomadas.
En la situación actual el problema parece repetir el diagnóstico.
Deficiencias en la gestión clínica de las camas, otra competencia que un director de hospital debiera manejar y que exige además el trabajo de redes, por cuanto la atención de urgencia es el eslabón de una red muy amplia de otros sistemas de atención sanitaria, públicos y privados, que corresponden a aquellos establecimientos que son sus vías de derivación, cuando la complejidad y el número de pacientes así lo que requiere.
Por otra parte, la deficiencia mostrada en la Asistencia Pública evidencia otra falencia, la de conocer la estacionalidad de los problemas de salud y la necesidad de preparar respuestas coherentes con esa ciclicidad.
Por ejemplo, las fiestas patrias son un fenómeno colectivo que se sabe provoca un crecimiento de la demanda asistencial por la transgresión alimentaria y alcohólica, que causan directa e indirectamente muchos trastornos a la salud, como gastroenteritis, intoxicaciones y accidentes.
Por estas razones, lo ocurrido recientemente en la Asistencia Pública manifiesta serias deficiencias en su dirección, en la gestión del hospital, en sus ámbitos de calidad y gestión clínica, de acuerdo a los estándares de acreditación de la Superintendencia de Salud.
Por el lado de la gestión hospitalaria, las debilidades se expresan en la gestión de camas internas, para poder desocupar aquellas donde hay pacientes hospitalizados innecesariamente y que se quedan por razones no siempre clínicas; aquellos que son abandonados por sus parientes, que han sido recogidos en la calle o los que permanecen por falta de estudios diagnósticos.
Por otra parte, también hay déficit, en el trabajo de derivación, ya que si un paciente necesita ser hospitalizado y la posta no tiene camas, se debe saber trabajar en red para disponer de alternativas donde derivar.
No debe ocurrir que el equipo de salud no pueda seguir atendiendo las urgencias, porque los boxes están ocupados por pacientes que esperan camas para ser hospitalizados.
Por esta razón, las declaraciones del Dr. Ristori son totalmente pertinentes hoy día. La dirección del hospital debe ser competente en formar equipos y desarrollar la gestión clínica y de redes.
Sin embargo, si bien son evidentes las debilidades en competencias del director, lo que falta por discutir es acerca del rol y responsabilidad de quienes toman la decisión de traer y mantener a este director, aquellos que decidieron su selección, con qué criterios lo hicieron y deciden respaldarlo cuando las evidencias en relación con el brote de clostridium, la crisis de las ambulancias y ahora la gestión hospitalaria, muestran públicamente sus carencias.
Suponemos además que los directores deben ser supervisados, por lo que ojos más agudos pudieron y debieron haber detectado antes estas y otras deficiencias.
La salud es un bien muy valorado por la población y el sistema sanitario público es el principal proveedor de nuestro país, por esta razón resulta indispensable ser consistentes en dar respuestas a situaciones como estas, que requieren más recursos indiscutiblemente, pero que también demanda esfuerzos en materia de competencias de gestión, capacitando a quienes deben asumir roles directivos y seleccionando a los mejores para estas tareas.