La situación de los comuneros Héctor Llaitul, José Huenuche, Ramón Llanquileo y Jonathan Huillical, en huelga de hambre hace ya 85 días es preocupante. Además obliga a plantearse el problema desde esferas mucho más complejas e integrales. Aquí no se trata sólo de un tema jurídico. Ni de un tema médico. Ni político. Es todo eso y más.
Desde un punto de vista médico existe una declaración de la Asociación Médica Mundial (AMM), en que se retoma y actualiza la Declaración de Malta del año 2006 y que regula los procedimientos a seguir en estos casos. Pero también debemos considerar la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esto por cuánto el rechazo de la comida en condición de competencia (vale decir conociendo los efectos deletéreos y aceptándolos con voluntariedad), es un ejercicio de nuestro autogobierno y expresión de libertad.
Esto que he dicho recién no es menor, y de hecho es lo primero que los médicos debemos evaluar en un prisionero que rechaza el alimento. Decidir si lo hace en forma autónoma.
Luego hay que analizar su historial médico y evaluarlo de forma acabada para determinar si existen otras condiciones o patologías que impliquen un riesgo adicional.
A estas alturas ya se establece una relación médico paciente y como tal los principios de respeto, derecho a la información y confidencialidad, entre otros, deberán respetarse.
Entonces, y en el marco de la comunicación efectiva, el paciente deberá entender la situación en la que se encuentra, y cómo será su evolución, en cuánto a riesgos.
Es sumamente importante discutir con él, hasta dónde llegará con su protesta, y qué conducta autoriza cuándo su capacidad de decisión disminuya.
Si está decidido a continuar con la huelga y rechaza a priori ser realimentado, algunos plantean que no debiera realimentarse por respeto a esta “decisión anticipada”. En ese momento su médico puede cumplir con este mandato, u objetar en conciencia, y derivarlo con otro tratante.
Hablando ahora técnicamente y para entender la situación actual de los comuneros, el cuerpo humano es capaz de movilizar su metabolismo de manera de sobrevivir al ayuno.
Lo que no puede resistir por más de algunos días es la falta de toda ingesta: líquida, mineral y nutricia. Pero, si sólo recibe agua, minerales (llamados también electrolitos) y un mínimo de glucosa, empieza una redistribución de la energía almacenada en el hígado y los músculos. Luego el cuerpo quemará su propia grasa. Todo para mantener el aporte de glucosa principalmente al cerebro.
En su ánimo el paciente estará inicialmente eufórico, dando paso luego a un progresivo decaimiento y debilidad. Tendrá sensación de frío, pero no tanta hambre ni sed. Esto último se explica porque uno de los metabolitos que se movilizan en el cuerpo son las cetonas, las cuáles son anorexígenas.
Una persona puede vivir en huelga de hambre (ya aclaramos que siempre manteniendo agua, minerales y un mínimo de azúcares), incluso por meses. Esto dependiendo de su peso inicial. Sin embargo se sabe que una vez que el cuerpo pierde 1/3 de sus proteínas, o más del 30% del peso original, el riesgo de morir es alto. En este caso los comuneros ya bordean esta cifra.
Pero, ¿es aceptable dejar que una persona arriesgue la vida por una causa? ¿Se lo puede obligar a comer? ¿Es esto un acto de heroísmo? ¿Es legítimo?
Primero hay que definir que la vida es un valor, y como tal no es algo objetivo, tangible.
Pertenece a la esfera subjetiva, del mundo que proyectamos y nos define como seres humanos culturales. Podemos hacer todo cuánto esté a nuestro alcance por sobrevivir, pero también los seres humanos somos capaces de actos heroicos, de dar la vida por otros, o por una causa.
Revisando el tema de las huelgas de hambre, pensaba que estas siempre se dan en situaciones bien particulares. Y esta no deja de serlo. Este es un pueblo originario, que hace mucho tiempo demanda un trato más igualitario e integrador de parte de la sociedad. Y ahora alegan por un juicio más justo y una promesa incumplida.
Su situación, de continuar así, se va a agravar y vendrá la decisión de alimentarlos a la fuerza.
En eso, si bien hay sustento ético, en el sentido de preservar la vida del otro, hay también establecido un límite. Este es el del respeto a la dignidad de las personas.
Si realimentar va a significar inmovilizarlos de pies y manos, sedarlos, instalarles una y otra vez sondas por la nariz (con el riesgo de daños serios), entonces habrá que estudiar caso a caso, y decidir varios representantes de la comunidad junto a las familias, como proceder.
Si no será más ético dejar morir. Y muy indigno forzar la alimentación.
Espero que el diálogo entre representantes del gobierno, la justicia, la comunidad, la familia y los comuneros fructifique y que sea pronto. Si hay que ceder para salvar la vida de 4 hombres jóvenes, padres, hijos y esposos, sobretodo debe hacerse por el contexto en que esta situación se dio.
Fueron juzgados en forma viciosa, con testigos que no dieron la cara, y lo que es más preocupante, es que lejos de atender a su etnia y su contexto (el de las reivindicaciones para su pueblo), parece que hubo más severidad, y que efectivamente existen criminales de distinta categoría. ¿O alguien sabe de huelgas de hambre en Punta Peuco?
Si no se resuelve este asunto pronto, las consecuencias para ellos serán fatales, pero también graves para sus familias, y la estabilidad sociopolítica de una zona entera.