Hace solo un par de semanas, el país se vio remecido con la terrible noticia de una mujer de 20 años que lanzó a su hija de siete meses de gestación, recién nacida, al techo de una vivienda.
Tras el impacto no puedo evitar preguntarme ¿Qué puede estar pensando una madre que comete un acto de violencia extremo como ese?
Hechos como este ponen en el tapete los prejuicios que aún existen respecto de ceder un hijo en adopción.
Vivimos insertos en una sociedad que se toma la atribución de juzgar y calificar a las personas sin conocer su realidad ni mucho menos intentar ser empáticos con los sentimientos del otro.
Una sociedad machista que obliga a las mujeres a cumplir con un rol impuesto hace siglos, sin importar si están insertas en escenarios inapropiados y adversos para ellas y sus familias y es mas sin preguntarnos si el hijo que tuvo es producto de un deseo profundo de ser madre o fue un hecho casual en su vida.
Cuando una mujer decide entregar a un hijo en adopción, está optando por la vida y pensando en que ese niño o niña tenga mejores oportunidades de las que ella podría darle.
En países desarrollados esta opción es tan válida como la de decidir criar a un hijo, aún cuando las condiciones no sean las más favorables. En tales casos, las madres que entregan a sus hijos en adopción tienen incluso la posibilidad de ser parte del proceso y de conocer detalles de la familia que adoptará a su hijo o hija.
Lamentablemente en Chile estamos a años luz de esa realidad y enfrentados a casos de cesión en adopción, el juicio social es implacable tendiendo a calificar a esas mujeres de malas madres e irresponsables.
¿No es acaso todo lo contrario? A fin de cuentas se trata de mujeres que deciden no abortar, respetando esa vida que se gesta y además evitan que esos hijos o hijas tengan un futuro limitado por carencias afectivas, económicas y sociales, ofreciéndoles en cambio el acceso a una mejor vida junto a una familia que los quiera y los proteja.
Intentemos ser empáticos. Entregar un hijo en adopción es un acto de valentía, un acto de amor por parte de mujeres que no merecen ser enjuiciadas ni cargar con el estigma que este hecho significa para ellas en nuestra sociedad.
En 26 años de experiencia, la Fundación Chilena de la Adopción ha tratado el tema de manera integral, considerando a la mujer que cede un hijo como una persona que vive un momento crucial y difícil de su vida.
En su mayoría mujeres solas, que no cuentan con la ayuda del progenitor ni redes de apoyo. Por lo general, en este acto de entrega hay un gran dolor por la separación, sin embargo existe la conciencia por parte de estas madres de que el niño por nacer o ya nacido, merece una oportunidad de vida donde sus necesidades estén satisfechas, sobre todo las emocionales y vinculares, que ellas, luego de un profundo análisis, no se sienten en condiciones de entregar a ese hijo/a.
Resulta por lo tanto urgente poner esta discusión sobre la mesa y ofrecer a las mujeres en conflicto con su embarazo la posibilidad de tomar esta opción sin exponerse a la sanción social, sino legitimándola como un acto de amor y responsabilidad.
De esta manera eliminaríamos la figura actual que obliga a decidir entre la vida y la muerte del niño y pone en riesgo la vida de la madre y reduciríamos las posibilidades de que volvamos a enfrentarnos a noticias tan terribles como ésta.
Propongo abrir el debate, y empezar a ver la adopción no sólo como una alternativa de formar familia para quienes están biológicamente incapacitados para tener hijos, sino además como una opción para todas aquellas mujeres que, por las más diversas razones no pueden hacerse cargo del hijo o hija que esperan.