¿Es más democrática hoy día Venezuela que Paraguay? Los dos países más importantes de América del Sur –Brasil y Argentina- dicen que sí. Y no solo eso, acaban de aceptar su ingreso al MERCOSUR, mientras Paraguay es un país que está sancionado por este organismo, por carecer de reglas y procedimientos democráticos adecuados.
A Paraguay le fue aplicada la sentencia popular que “por donde pecas, pagas”. El Senado paraguayo impidió el ingreso de Venezuela al MERCOSUR por más de seis años, argumentando que ese país no ofrecía las garantías democráticas exigidas por la asociación. Venezuela acaba de ingresar en ausencia de Paraguay, sancionado por carecer de esas garantías que solicitaba de los otros.
Algo está pasando en el MERCOSUR. Desde hace unos años el bloque está alineado con gobiernos de izquierda de distinto pelaje. El Partido de los Trabajadores en Brasil, el peronismo renovado en Argentina, la izquierda pura y dura en Uruguay, y el obispo progresista que fue defenestrado en Paraguay.
La izquierda de Chávez es reciente y no tiene mayor tradición que en grupos alternativos a la izquierda tradicional venezolana como la otrora Causa R. Quizás, por esto mismo, lo llaman el socialismo del siglo XXI. Un proyecto político basado en estatismo petrolero, alianza cívico-militar, masas populares y un caudillo carismático, que reformó la constitución para reelegirse invariablemente. Chávez y la derecha paraguaya juegan en los límites de frágiles democracias en la región.
Los líderes del MERCOSUR también juegan en el límite jurídico con sus nuevas decisiones.Y como en las cosas mundanas lo único que está sobre la ley es la política, éste fue el expediente para incorporar a Venezuela. Lo que ha hecho MERCOSUR “lo hizo en el marco de un consenso político”, ha dicho el sempiterno asesor especial internacional de Brasil, Marco Aurelio García.
El llamado “consenso político”, es un nuevo marco de referencias que castiga a Paraguay y premia a Venezuela y “supera largamente lo jurídico”, según expresión del presidente uruguayo, José Mujica.
Es que “lo político” es precisamente el aspecto que diferencia profundamente a los tres presidentes que sellaron el ingreso de Venezuela y la salida de Paraguay.
Si las razones fueron estrictamente políticas, Venezuela fue generosa y en el acto mismo de incorporación anunció la compra de aviones Embraer brasileros y una alianza estratégica con la petrolera argentina YPF. Así, el nuevo consenso político del MERCOSUR tiene mucho que ver con las ventajas económicas que ofrece el ingreso del país sudamericano que posee las mayores reservas de petróleo.
El acuerdo del MERCOSUR fue firmado por gobiernos que creían en el libre mercado, la desregulación, la privatización y la captación de capitales externos. Esta nueva época encuentra a países que habían sufrido una crisis de ideas políticas y económicas. Y las nuevas ideas de la izquierda reformista han rescatado al Estado como actor económico.
El ejemplo de capitalismo de Estado adoptado por Brasil sería la influencia decisiva para lo que está haciendo MERCOSUR.
Este año, Musacchio, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, resumió una idea similar al afirmar que: “El capitalismo de Estado en el siglo XXI es una forma híbrida de capitalismo, que impulsa a las empresas a la primera línea de las 500 de Fortune”. Fue en un foro organizado por The Economist; allí se recordaba que así como hay distintas variantes de capitalismo liberal –desde EEUU hasta Alemania- también hay variantes del capitalismo de Estado, desde China a Brasil.
Este capitalismo de Estado es una práctica cada vez más común. Muchos gobiernos se han dado cuenta que la empresas rentables fortalecen el Estado. Y que éstas son las que compiten internacionalmente.
Más allá de sus resultados finales, el nuevo consenso del MERCOSUR se inserta en este nuevo paradigma.