Durante estos días ha estado presente en el debate de ciertos actores, el alza, la baja o la duda acerca de la evolución de la pobreza. En realidad parece una discusión que no es relevante frente a algunas cosas, que si parecen mostrar evidencias.
En primer lugar, que Chile ha evolucionado en esta materia y que ha reducido porcentajes importantísimos de pobreza e indigencia en los últimos 25 años, pero también parece indiscutible, que sigue siendo numerosa la población que está bajo esas condiciones, todavía en porcentajes que indignan, como también indignan las desigualdades que están a la base de esta realidad.
Se requiere de estándares de mayor rigurosidad, para poder saber cómo se avanza en la reducción de estos indicadores cuando los porcentajes de ellos son menores. También se necesita que el fenómeno de la pobreza se observe desde otras perspectivas, como por ejemplo de su interrelacion con la salud. Es decir, como ambos fenómenos se relacionan entre sí, como afectan el uno al otro y viceversa.
Partiendo desde la pobreza, se puede afirmar que ésta afecta la salud, como dicen los estudiosos de estos temas. Primero, aumentando el riesgo de daño, porque la pobreza se asocia con la presencia de mayores factores de riesgo, basurales, vectores, falta de espacios, alimentos de mala calidad, consumo de sustancias tóxicas, contaminación ambiental, etc.
En segundo lugar, se relaciona con una mayor posibilidad de complicar la evolución de las enfermedades, porque la atención es más tardía, la inmunología, las redes sociales, los recursos personales son menores.
Por último, la pobreza se relaciona con la salud, por un mecanismo de reproducción casi de perpetuidad, ya que el impacto de los daños a la salud en la población más pobre, aumenta su precariedad económica, debido a que por un lado produce gastos y por otro reduce los ingresos, por el ausentismo.
Todos estos efectos o relaciones, se pueden corroborar al comparar la prevalencia de patologías como la hipertensión y la diabetes, por nivel socioeconómico, que muestran que la población de los quintiles de ingresos más bajos, está más afectada, igual como ocurre con los estilos de vida menos saludables, donde los datos muestran lo mismo.Por lo mismo, las tasas de mortalidad revelan que los pobres mueren antes.
Estos datos de seguro son conocidos, pero existen otros que no lo son tanto, como por ejemplo, los resultados de una encuesta realizada por la Universidad de Humanismo Cristiano, hace algunos años, que dio cuenta además, que los pobres son tratados más mal que el resto de la población, de manera que la pobreza además, impacta en la forma que el personal de salud se relaciona con quienes tienen esa condición.
Sin embargo, esta relación no concluye aquí. La salud influye también en la pobreza, ya que por ejemplo, al observar el gasto per cápita en salud es menor, así como la cantidad de recursos humanos que también es más bajo en los equipos que atienden a la población de menores ingresos y lo que es peor el impacto de los gastos en los ingresos de estos grupos es mayor proporcionalmente a quienes más tienen. Configurando su segundo gasto en importancia después de alimentación.
En resumen, las relaciones entre la salud y la pobreza son tan estrechas, que se potencian, de manera que si el objetivo es reducir la pobreza, un camino de acción imprescindible es preocuparse de la salud y esto implica, aportar más recursos a la atención de los grupos más desposeídos, ampliando la solidaridad del sistema, diseñando políticas específicas destinadas a mejorar la calidad y la cantidad de la oferta de servicios.
Amartya Sen ya lo señalaba al referirse a las relaciones entre la salud y la equidad: “La equidad en salud no concierne únicamente a la salud, vista aisladamente, sino que debe abordarse desde el ámbito más amplio de la imparcialidad y la justicia de los acuerdos sociales, incluida la distribución económica, y prestando la debida atención al papel de la salud en la vida y la libertad humanas.Ciertamente, la equidad en salud no trata solo de la distribución de la salud, por no hablar del campo todavía más limitado de la distribución de la asistencia sanitaria. En efecto, la equidad en salud tiene un alcance y una relevancia enormemente amplios.” (1)
(1)(Amartya Sen, ¿Porqué la equidad en salud? Rev Panam Salud Publica vol.11 no.5-6 Washington May/June 2002).