El Consejo Nacional del PPD de este fin de semana está llamado a ratificar los pactos electorales municipales, a confirmar a los candidatos a alcaldes y concejales y a analizar el tema presidencial.
El PPD encabezado por Carolina Tohá fue el principal impulsor de conformar un acuerdo municipal que fuera más allá de la Concertación y que reuniera a toda la oposición para llevar en cada comuna un candidato único a Alcalde.
Esto se plasmó en un pacto, de alcaldes y, en dos listas, también de concejales, que debiera ser la base política de una convergencia opositora destinada a ampliar y superar a la Concertación por la Democracia que encabezó la derrota del régimen de Pinochet, la apertura de un exitoso proceso de transición a la democracia y que encabezada por sus cuatro gobiernos, le ha dado a Chile estabilidad, crecimiento, equidad, integración social, libertad, democracia, inserción en el mundo y respeto por los derechos humanos.
Sin embargo, y como bien lo ha sostenido el ex Presidente Ricardo Lagos, se ha cerrado un ciclo político y económico. A la vez, los grandes cambios tecnológicos de las comunicaciones, han contribuido a modificar la subjetividad de las personas y han permitido, después de muchos años de letargo político, a ciudadanizar la política en Chile como en diversos lugares del planeta.
Hoy las exigencias de la sociedad son mayores y ponen en el centro el cambio del modelo económico neoliberal, políticas medio ambientales sustentables, un estado fuertemente regulador de un mercado que por sí solo crea especulación, abusos contra los usuarios, riquezas que amplían la ya profunda brecha entre una pequeña minoría multimillonaria y el resto de los chilenos, una democracia que rompa definitivamente los lazos con el autoritarismo del pasado y que abra una activa participación de los ciudadanos.
Un programa progresista avanzado, como el que exige la ciudadanía de esta parte del siglo XXl, solo es posible si se construye una alianza que, apoyada siempre en el eje de centro y de izquierda que reúne hoy al progresismo, tenga la amplitud política y social suficiente como para transformarse en una sólida mayoría por los cambios.
Hay que crecer hacia el centro y hacia las izquierdas tal como ellas se configuran hoy.Pero, construir una mayoría política y social sólida, un “nuevo bloque histórico” diría Grasmci, no es solo una sumatoria de partidos, es una interrelación, de ida y de vuelta como son hoy las comunicaciones, con la ciudadanía y con las expresiones de un tejido que se ha instalado detrás de múltiples reivindicaciones.
En una frase feliz, Ricardo Lagos, ha dicho que hay que construir un programa no para los ciudadanos sino con los ciudadanos que, como en el tiempo de la lucha épica contra la dictadura, vuelven a recuperar un protagonismo que no tuvieron en los años de la transición.
Cierto, para ello hay que recuperar credibilidad de la política y de los partidos. Ello pasa por una conducta analítica autocrítica. Estamos orgullosos de los años de la Concertación en la lucha democrática y en el poder, pero hay muchas reformas que sus gobiernos no abordaron y que quedaron inconclusas o pendientes.
Hubo una parálisis de la sociedad civil, subsumida en políticas de acuerdos o razones de estado, con la cual no se hizo una alianza para provocar los cambios que la derecha impidió en el parlamento.
El Consejo Nacional debe aclarar definitivamente al país que ninguno de sus líderes o de sus sensibilidades plantea reemplazar la Concertación por un Frente de Izquierda minoritario.
Hay que ir más allá de la Concertación, pero para hacerla más amplia, para incorporar en el centro, en la izquierda y en la ciudadanía y no para achicarla.
Este tipo de debates y de confusiones ideológicas ya lo vivimos durante el período de la Unidad Popular con quienes querían reemplazar el bloque que sostenía al gobierno por un Frente Revolucionario cuya garantía consistía en que reunía a los más “puros”.
Ya sabemos el daño que ello causó y como esta consigna iba en un sentido contrario al esfuerzo del Presidente Allende de ampliar la base de sustentación de su gobierno hacia el centro para consolidar los cambios y no para radicalizarlos artificialmente.
Por cierto, estoy seguro que nadie quiere repetir esa experiencia y cancelar la alianza del centro y de las izquierdas que, por lo demás, es indispensable no solo para ganar un gobierno de cambios sino, además , para concretar profundas transformaciones.
El PPD debe ratificar su disposición al diálogo con el gobierno en el Parlamento y a nivel político, pero con mandatos y agendas claras que impidan los fracasos de los diálogos anteriormente convocados con gran pompa por el Presidente.
Hay un conjunto de materias en que el país está paralizado y que requieren verificar si hay piso para avanzar en grandes temas.
Pese a las promesas del Presidente Piñera, la UDI impone el veto a las reformas políticas y en particular al cambio del binominal y mientras ello ocurre se acelera desesperantemente el desprestigio de las instituciones representativas.
No hay una estrategia clara y viable en materia de generación y transmisión de energía y hay un modestísimo avance en el tema de las energías renovables donde el país tiene ventajas comparativas.
La propuesta tributaria no es una reforma sino un simple retoque que recauda 700 millones de U$ y devuelve a los más ricos una cantidad mayor. No modifica en nada la peor lacra de la sociedad chilena: la brutal distribución del ingreso.
El gobierno se niega a dialogar sobre gratuidad, fin al lucro, mayor aporte a la educación pública, que son los temas esenciales puestos por las movilizaciones estudiantiles. Sobre todo ello se debe dialogar, pero se requiere que el gobierno manifieste voluntad política de avanzar y hasta hoy eso no se observa.
El tema presidencial será parte del debate. Pero hay consenso que este es un tema a definir después de las municipales.
Sin embargo, el PPD seguramente confirmará que escucha la voz del pueblo, que Michelle Bachelet está en el corazón del partido y que si ella decide ser candidata el PPD la apoyará en las primarias y en la batalla presidencial posterior.
Ella encarna sentimientos, credibilidad y esperanza de un país mejory hace bien el PPD en interpretar esto.
En tanto, hay que ganar las municipales, hay que trabajar para unir a toda la oposición y por construir un programa progresista debatido con la ciudadanía.