No son muchos los indígenas, principalmente mapuches, que están inscritos y/o que participan activamente en partidos políticos. Esto es un fenómeno histórico. No existe una documentación acabada sobre este tema, especialmente desde los albores del movimiento popular y de los primeros partidos políticos que surgen en nuestro país a fines del siglo XVIII.
Es más probable encontrar algún antecedente a partir de los años en que emergen organizaciones populares, pero lo que es un hecho es que la participación de indígenas en partidos políticos (PP) resulta siempre un tema controvertido.
Primero, porque los PP son entidades extrañas para la cosmovisión indígena, como lo han sido –en realidad- casi todas las instituciones del Estado colonial y republicano.
Segundo, porque a pesar de ello, hay dirigentes indígenas que han reconocido la importancia de tales PP en la construcción del orden democrático y han estimado necesario ser parte de ellos con el objeto de cautelar los intereses étnicos (no siempre esto ha sido exitoso).
Tercero, los PP no tienen un aprendizaje (tampoco mucho interés) en compartir el poder con representaciones indígenas. Esto está totalmente ausente en las colectividades liberales y conservadores. Es casi inexistente en el centro político y con mucha dificultad los PP de izquierda, recién en estos últimos años (y después del quinto centenario), han abierto un poco la rendija de sus sedes para filtrar la participación indígena.
¿Cuántos dirigentes indígenas forman parte de la Mesa Nacional e instituciones principales del PDC en Chile? Adivinen…
En el PS hay un Vicepresidente indígena en la mesa: pregunten en ese partido cuál es el poder real de esa Vicepresidencia.
En el partido radical no existen “altos dirigentes” indígenas ni en la mesa ni en el CEN y en el PPD, la participación indígena es constantemente escamoteada por los grupos de poder (tohismo, laguismo- weberista-girardismo clásico, etc.) y la posibilidad de acceder a la mesa está filtrada por una trampa electoral que, casi infinitamente, impedirá la elección de un nuevo indígena en la Mesa nacional del PPD.
En el PC hay una presencia destacada de indígenas en sus niveles de dirección intermedia.
Y en el PRO está por verse. ¿Y en el MAS y en el MAIZ? Habría que escarbar muy a fondo.
Entonces, ¿qué hace que un grupo amplio de indígenas sigan optando por participar y/o mantenerse en los PP de la centro-izquierda y no preferir un Partido indigenista y propio?
En la sociedad chilena los PP son centros fundamentales de poder y de administración y gestión del Estado. Las veces que los indígenas han accedido a determinadas instancias de poder han realizado contribuciones importantes, tanto en tareas de Gobierno como en el Parlamento, pero su presencia es menos notoria o marginal, por cuanto los Pueblos Indígenas no han sido percibidos como sujetos protagónicos de derechos (como los asalariados, las mujeres, la juventud, las minorías sexuales). Entonces su participación en los PP, en el Gobierno y en el Parlamento es efímera.
¿Qué se requiere para cambiar esta situación? Mi convicción hoy es que bajo el actual ordenamiento jurídico-institucional, no hay cabida para las amplias expectativas de nuestros Pueblos Indígenas y por lo tanto se requiere una nueva Constitución que de cuenta de un orden distinto, en donde los Pueblos sean reconocidos como titulares de Derechos que hoy están consagrados a nivel internacional y que su participación como sujetos políticos esté garantizada por un marco democrático diferente.
De otro modo, los indígenas en la sociedad política seguirán esperando por décadas. Y las esperas son ansiosas.
En algunos ámbitos de comunidades la participación de indígenas en partidos políticos es criticada y a veces con mucha razón, por cuanto se estima que son inútiles para los intereses de nuestros Pueblos. Siento que es una crítica legítima pero injusta para quienes optan por este camino.
Es un espacio muy difícil para el protagonismo indígena, pero es preferible participar ahí a estar totalmente ausentes.
Luego, está el hecho de que en los últimos años se han logrado avances importante en el debate político de los partidos, gracias a la presencia de dirigentes indígenas que instalan sus temas y obligan –al menos- a una determinada conducta.
En el caso del PPD, existe un grupo importante de dirigentes indígenas que siendo alcaldes, concejales, Cores y profesionales en distintos ámbitos, logran que en las discusiones internas más relevantes esté presente la temática indígena.
Esto fue evidente en el caso Ralco (1998) cuando el Consejo Nacional PPD de ese año, a instancias de los militantes indígenas, rechazó el Proyecto Ralco como proyecto emblemático del desarrollo energético.
O más tarde, en distintos votos políticos a favor de los presos políticos mapuches o logrando que la bancada parlamentaria votase, finalmente, a favor del Convenio 169 de la OIT en el 2008.
Son logros probablemente menores o imperceptibles, pero tengo la convicción de que sin la activa y persistente presencia indígena en los debates de este Partido, el PPD sería mucho más conservador en el reconocimiento de nuestros Derechos.
Una doble conclusión sería entonces que la participación indígena en un partido es necesaria porque es funcional a los intereses de nuestros Pueblos, pero que es claramente difícil instalar un protagonismo indígena en la cúpula de poder de estos PP.
Esto último requiere una acción más audaz de los indígenas que militan en partidos políticos y la comprensión de otros hermanos/as que no comparten este punto de vista, del mismo modo como otros no compartimos el hecho de que la solución de las injusticias ancestrales tengan sólo como camino viable, precisamente una senda no política o que la justicia social indígena sólo venga de la mano de los movimientos sociales.
No hay verdades absolutas en este proceso.