En las antiguas civilizaciones cuando los deudores no podían pagar, perdían su libertad. España también pagará con su libertad económica los errores que habría cometido, al desarrollar gigantescas inversiones inmobiliarias con dineros extranjeros.
Ante la imposibilidad de pagar la deuda externa que alcanza a más de tres coma cinco veces su producto interno anual, en la práctica ha sido intervenida su economía, bajo la apariencia de un inocente préstamo, que no podrá ser pagado sino se produce un gran ajuste en su economía, al mejor estilo de las que exigía a los países del tercer mundo el Fondo Monetario Internacional hace unas décadas atrás.
La imposición de medidas por sus socios del euro pone en evidencia el error del que recibió el préstamo y el que facilitó el dinero, pero como siempre ocurre principalmente pagará los costos el que recibió el dinero con efectos económicos y sociales cuyos resultados desconocemos.
España era un claro exportador de recursos financieros y había cifrado parte de su crecimiento en la colocación de préstamos y adquisición de empresas en Latinoamérica y es la política que se desarrolló a través de bancos, fondos de pensiones, carreteras, empresas de servicio público como luz, agua, telefonía y otros la transformaron en un factor de relevancia de tal magnitud que reemplazó la larga hegemonía que en esas materias tuvieron los capitales ingleses antiguamente y norteamericanos más recientemente.
En nuestra opinión la crisis obligará a revertir este proceso de una forma drástica y no parecen estar las autoridades del país y me refiero a Chile en particular, preparadas para este escenario.
No se puede seguir sosteniendo que Chile tiene un plan anticrisis que parece que sólo se limita al problema del empleo, cuando en realidad vamos a enfrentar un traspaso de propiedad en términos que no hemos visto en muchos años, y en que nos parece evidente que el Estado de Chile tiene algo que decir.
La plata dulce que nosotros recibimos en la década del 70, la recibió España por la euforia del euro. Lástima que la invirtió mal, salvo lo que desvió a Latinoamérica.
Ahora llegó la hora del retorno a casa. Es lo justo y necesario.