Dicho en simple. Me indigna la escandalera provocada en la elite chilena por el uso de cámaras ocultas en un reportaje sobre los colegios y la discriminación. No creo que todos quienes han rasgado vestiduras estén preocupados por la ética del periodismo.
Veo en varios de ellos simplemente un clasismo extremo, ofendidos porque el periodismo les puso un algodón con alcohol en una herida abierta y dolorosa: la horrorosa desigualdad y la discriminación de nuestro país, que de tan habitual se ha hecho si no natural, al menos transparente.
Es evidente que el reportaje de “Contacto” con actrices caracterizadas como trabajadoras de casa particular tiene aspectos que pueden cuestionarse. Todos ellos, sin embargo, son comunes a gran parte del periodismo que se hace en televisión hace tiempo y que ha sido profusamente elogiado por gran parte de los que hoy se escandalizan.
Gracias a Contacto Lavandero y Schäfer terminaron en la cárcel. Se descubrió la red de pedofilia de “Zacarach”. Los mismos colegios “top” que hoy se quejan terminaron perfeccionando sistemas de control a transportistas escolares.
Por las pantallas de Canal 13 desfilaron plumilleros, falsos psíquicos y mendigos, estafadores de bombas de bencinas y de servicios técnicos. Todos ellos fustigados gracias a cámaras ocultas y creación de situaciones.
No sólo valorábamos este periodismo, también lo premiamos. Ahí están, entre varios otros, los premios “Embotelladora Andina” para Mercedes Ducci (creadora y primera conductora de Contacto) y Pilar Rodríguez; el premio “Carmen Puelma” de la Asociación Chilena de Seguridad para Mercedes Ducci y Emilio Sutherland; y el premio “Periodismo de Excelencia” de la Universidad Alberto Hurtado para Juan Francisco Riumalló, el mismo periodista que hizo el reportaje sobre los colegios.
¿Será que de un día para otro los colegas de canal 13 pasaron de ser periodistas de excelencia a sujetos antiéticos hambrientos de rating y recursos publicitarios? Me inclino más por creer que la única gran novedad es que ahora hirieron a aquellos que tienen las influencias y el poder para defenderse. Es el mismo periodismo que venían haciendo, premiado y valorado por muchos, no generaba controversia alguna cuando su objeto de investigación eran los pobres, los delincuentes, los despreciados.
Ello explica que la suspendida segunda parte del reportaje se cambió por otro sobre choferes de buses: con ellos sí se puede ocupar cámaras ocultas.
Una semana después, Informe Especial emitió un reportaje sobre la vida en las poblaciones.También con cámara oculta y no con actores, sino con el propio periodista caracterizándose. No he visto a nadie reclamar porque a los pobres les metan cámaras ocultas. Por el contrario, el Gobierno anunció nuevas acciones para mejorar la calidad de vida de las personas mostradas por TVN. ¡En buena hora!
Ya estarán preparando argumentos los comunicólogos de turno para destacar diferencias entre uno y otro reportaje y justificar por qué en un caso sí son válidas y en otro no las mismas técnicas periodísticas. La verdad es una sola y el mensaje es claro: mientras no se metan con nosotros (los que tenemos influencias y recursos), está todo bien.
En la defensa de las elites se emplean argumentos peligrosos. Me causa estupefacción ver a periodistas que defienden la aplicación del artículo 161-A del Código Penal. Legislación que sanciona la intercepción de comunicaciones privadas creada para sancionar el espionaje político a propósito del “Piñera Gate”.
Ahora que una cámara oculta afectó a los poderosos y pese al riesgo para la libertad de prensa, algunos creen que bien sancionados están los periodistas que develaron la doble vida del Juez Calvo, trabajo periodístico que incoherentemente la Corte Suprema usó para sancionar al juez y luego sancionar a los periodistas por haberlo realizado.
Como apoderado del Colegio San Ignacio El Bosque creo que Contacto no dio cuenta acabada de lo que es esta comunidad escolar, que realiza esfuerzos serios por vincular la espiritualidad cristiana con un compromiso efectivo con la sociedad.
Un colegio donde no se paga cuota de incorporación (la discriminación más brutal de todas) y donde algunas familias llevan la solidaridad a la práctica concreta: el arancel diferenciado significa que unos pagan hasta medio millón de pesos por cada alumno, para que otros con menos recursos puedan estudiar por menos de lo que se paga en algunos colegios subvencionados. También es cierto que nuestros colegios podrían tener un mejor desempeño comunicacional y contar su propia verdad, pero eso quedará para la próxima columna.
¿Me hubiese gustado que Contacto contara algo de eso? Por supuesto. ¿Puedo cerrar los ojos a aquellas discriminaciones que persisten en nosotros? Por ningún motivo. Al contrario, creo que deberíamos aprovechar la oportunidad para cuestionarnos cómo estamos realizando la labor formativa en nuestros hogares.
Cómo nuestros hijos están tratando a sus “nanas”. Cómo se comportan con el personal administrativo en el colegio.Cuán ordenadas dejan sus salas para colaborar con las “tías” del aseo, qué tan respetuosos son con el “tío” de la puerta.
Antes que comenzar a acusar las incoherencias del periodismo y la TV, deberíamos comenzar por mirar nuestras propias incoherencias.
Un periodismo que genera estos debates es de alto valor para la sociedad. Lo creía antes y lo sigo creyendo ahora, aunque esta vez me haya tocado a mí ser tratado como un falso psíquico, un delincuente o un marginal.
San Alberto Hurtado nos enseñó que en el pobre encontramos a Cristo, no es malo recordarlo más seguido.